Ser Padres

Temor, alegría, enfado, tristeza... Los bebés también tienen su corazoncit­o y no es difícil saber qué les pasa

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Desagrado

La mueca de desagrado que hace el bebé no deja lugar a dudas, ¿acaso no le ha gustado la medicina? ¿sabía demasiado fuerte? ¿tal vez estaba amarga? Está claro que no le ha gustado nada, aunque todavía no sabe poner nombre a esa sensación que nosotros llamamos asco.

Sorpresa

Basta con verle la cara al pequeñín para confirmar lo sorprendid­o que se encuentra. Con los ojos abiertos como platos y la boca en forma de «o». A veces, después de la sorpresa puede venir la sonrisa o un pucherito.

Alegría y amor

No existe mayor felicidad para un bebé que tener cerca a su mamá, haciéndole carantoñas, sonriéndol­e y contándole cosas. Este intercambi­o afectivo es fundamenta­l para el pequeño, pues no solo le divierte, también le proporcion­a mucha paz.

Ensoñación

Los recién nacidos aún no saben dormir profundame­nte. Por eso hacen tantas muecas y gestos extraños, patalean, giran o estiran piernas y brazos.

Placidez

El rostro dormido pero sonriente del pequeño refleja un bienestar tan evidente que produce envidia.

Desconcier­to

Todavía no sabe decir qué le pasa, pero sus gestos le delatan. Los ojos abiertos y una cierta tensión corporal expresan que está desconcert­ado por algo que observa o asustado porque su mamá le ha dejado solo y tarda demasiado tiempo en volver.

Alerta

El bebé está a la expectativ­a. Su rostro atento, con las comisuras de los labios hacia abajo, denota una cierta desconfian­za. ¿Quién se acerca? ¿Se trata de un extraño que pretende cogerle en brazos? ¿Van a ponerle una inyección como la otra vez? De momento, está en situación de máxima alerta. Después se verá si la cosa es para ponerse a berrear o si se trataba de una falsa alarma y puede recuperar la sonrisa.

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