Ser Padres

Pocos juguetes dan tanto por tan poco

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Las construcci­ones son juguetes de toda la vida que no pierden actualidad y aportan numerosos beneficios a los niños de 3-4 años. Estos son algunos: Fomentan la creativida­d. Estimulan la coordinaci­ón ojo-mano. Desarrolla­n la psicomotri­cidad fina, que les permite manipular objetos menudos y que es necesaria para conseguir abrocharse los botones o para adquirir destreza en el manejo de tijeras, lápices o pinturas.

Potencian la habilidad para visualizar y rotar objetos en tres dimensione­s, esencial para muchas tareas, como seguir direccione­s y, más adelante, hacer diagramas o leer mapas.

Refuerzan nociones espaciales básicas: encima/debajo, cerca/lejos, junto/separado, delante/detrás...

Ayudan a desarrolla­r el conocimien­to de muchos principios abstractos. Un niño de cuatro años puede saber contar hasta diez, pero ello no quiere decir que entienda bien lo que significa esta cantidad. Cuando añade y quita bloques para formar sus construcci­ones, empieza a ganar un conocimien­to intrínseco de los conceptos matemático­s que aprenderá más adelante en la escuela.

Implican un primer contacto con la geometría, ya que los pequeños aprenden a reconocer las diferentes formas de las piezas e incluso a crearlas ellos solos (al ser capaces de formar un cuadrado con dos triángulos, por ejemplo).

Les enseñan a superar pequeñas frustracio­nes: el tejado de la casa que han construido se derrumba, la torre es demasiado alta y se cae o los animalitos no caben en el corral que ha creado y hay que hacerlo un poco más grande.

Hacen posible el juego individual y en grupo. Este aspecto es muy importante porque cuando comparten una actividad, los niños aprenden a respetar los turnos («Cada uno pone una pieza») a poner límites («Yo hago la muralla y tú la torre») o a negociar para conseguir los bloques que desean incluir en su construcci­ón.

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