Ser Padres

Ha dejado de tomar sólidos a mediodía.

Cuando era más pequeño, mi hijo de 20 meses comía sólidos, pero ahora se niega a tomarlos en la comida, y en la cena solo come lo que le gusta. Me han recomendad­o que si a medio día se niega a tomar sólidos, vuelva a ponérselos en la merienda; y si tampoc

- Domi (Email)

El segundo año de vida es un periodo de grandes contrastes: el niño deja de ser un lactante, es consciente de que es un ser autónomo, quiere hacer las cosas solo, tomar decisiones y gobernar su vida. Y todo eso contribuye a que tenga un comportami­ento errático, y a veces difícil de entender, en su actitud hacia la comida.

A esta edad, un día le gusta mucho un alimento y un día después no quiere ni probarlo; en una comida toma sólidos, en la siguiente es selectivo… Se reta a sí mismo y reta a sus padres: está buscando su lugar en el mundo.

La actitud de los progenitor­es ha de ser coherente y tranquiliz­adora. Ya sabemos que su manera de actuar es típica de esta etapa del desarrollo, sabemos que es transitori­a, sabemos que no actúa así por fasti- diar: no tenemos motivos para enfadarnos con él.

Como ya habrás pensado –porque por eso lo preguntas–, el consejo que te han dado es absolutame­nte inadecuado, porque no se trata de castigar o de doblegar al pequeño, sino de comprender­le y respetarle.

Si el niño no quiere tomar un plato a medio día, de ningún modo hay que volver a ponérselo más tarde para demostrar que no va a salirse con la suya. Terminada la comida, pasamos página, y en la merienda y la cena volvemos a empezar como si la comida hubiera sido normal. No le recordamos lo que hizo, no le regañamos, ni tampoco le aplaudimos si come sólidos sin reservas: actuaremos como hacemos habitualme­nte. Una gran piedra en medio de la carretera no se supera dándole golpes con el coche, es mucho mejor rodearla.

Pero tampoco conviene ofrecerle alternativ­as si rechaza los sólidos (¿te apetece comer otra cosa?, ¿te doy un vaso de leche con cacao y azúcar?, ¿ no tomarías unas natillas?) con tal de que coma algo. De esa forma nos daríamos por vencidos en nuestra labor educativa y acabaríamo­s haciendo lo que el peque quiere, que no siempre es lo mejor para él. No olvidemos que los responsabl­es de que tenga una dieta saludable somos los padres.

La única fórmula infalible para que los hijos acaben comiendo de todo algún día es el ejemplo de los progenitor­es, pero el resultado no se verá de un día para otro, porque, como sabes, los conflictos propios del desarrollo también se reflejan en la actitud del pequeño hacia la comida.

Pelearse con él en la mesa, recriminar­le, castigarle o hacerle comer a la fuerza lo único que produce es un profundo rechazo hacia la comida.

Los niños pequeños suelen ser caprichoso­s en la mesa. Por eso conviene tener paciencia con ellos y mano izquierda

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José Manuel Moreno Villares Pediatra del Hospital Universita­rio 12 de Octubre de Madrid

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