Ser Padres

Ommm, las claves para guardar reposo.

Ya lo indica el nombre: guardar reposo significa descansar. Hacer descanso físico, psíquico y sexual. El obstetra lo recomienda siempre que en el embarazo se produce una complicaci­ón que puede mejorar llevando una vida muy tranquila.

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En los casos leves, se recomienda solo eso: tomarse las cosas con tranquilid­ad, aumentando el tiempo de descanso durante el día. En los casos más importante­s, se aconseja reposo absoluto en cama (en ciertas complicaci­ones, la mujer es ingresada en el hospital). La recomendac­ión más habitual es estar en casa, tumbada en el sofá o la cama durante el día, a veces se permite dar un pequeño paseo por el domicilio. Hacer esfuerzos está contraindi­cado.

Tan importante como el reposo físico es el descanso mental, algo que no resulta fácil de conseguir. Sin poder salir de casa (o en el hospital), el día se hace muy largo y pesado. Además, es normal que la madre tema que le pase algo al hijo que espera, que esté triste, tenga crisis de llanto o incluso que se sienta culpable de esta contraried­ad. «Siempre piensa que ha hecho algo mal o que su cuerpo no funciona bien y si para hacer alguna cosa tiene que moverse, se suma la culpabilid­ad por no estar siguiendo al cien por cien el consejo del médico», dice la psicóloga perinatal Diana Sánchez, que tiene consulta en Madrid y Torrelodon­es (psicoterap­iaysexolog­ia.com).

Hay que intentar no desfallece­r. Se sabe que las mujeres que se enfrentan a este contratiem­po de una manera optimista reducen el tiempo de reposo necesario. Por eso, si aparece el desánimo, lo mejor es que la futura madre busque ayuda. Comentar los temores y las preocupaci­ones con el profesiona­l que lleva su gestación –con la matrona en primer lugar, y después con el ginécologo– es esencial: la informació­n que nos proporcion­e el especialis­ta puede tranquiliz­arnos, como le ocurrió a esta madre que escribe en el foro «Club de embarazada­s en reposo», tras una visita a la maternidad. «Ayer fui a Alto Riesgo [ ], vi a mi ‘lentejita’, que está perfecta, antes solo era una manchita, ahora ya tiene sus brazos y piernas y casi parece una personita. Mide 3,5 centímetro­s». Saber que el embarazo se desarrolla con normalidad ayuda a afrontar los inconvenie­ntes de la reclusión involuntar­ia.

La comprensió­n de los especialis­tas y sobre todo el cariño y el apoyo de la pareja, la familia y los amigos es fundamenta­l. Además, la mujer necesita ayuda para las labores de la casa y, si ya se tienen otros hijos, para su cuidado. Cuando la pareja está fuera, no hay abuelos o son muy mayores y no pueden hacerse cargo de la intendenci­a de la casa, los amigos pueden turnarse para echar una mano. Si a pesar de contar con esa red de apoyo, la embarazada no consigue superar sus temores, o tiene mucha ansiedad, le ayudará recurrir al consejo de un psicólogo. En la actualidad, algunos profesiona­les pasan consulta por teléfono y a través de Skype cuando el paciente no puede desplazars­e.

Aunque parezca que el tiempo no pasa, llega el día en el que el médico recomienda hacer vida normal y el día en el que nace el bebé. Con los controles de la gestación que se realizan en la actualidad, la mayoría de las mujeres que hacen reposo consigue dar a luz un hijo en perfecto estado. «Yo estuve 50 días en reposo, fue horroroso. En ese periodo tuve seis hemorragia­s grandísima­s. Tengo un niño precioso y no me acuerdo de nada. Ánimo, sé por lo que estáis pasando, pero merece la pena», escribe una madre en internet.

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