Ser Padres

Yo grito y él se calla.

Siempre soy yo la que regaña

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Muchas madres nos escriben diciendo que en ocasiones, cuando toca reñir a los niños, se sienten las malas de la película. No ocurre lo mismo cuando lo que hay que hacer es elogiar...

Yosoy la que siempre se enfada y su padre apenas les regaña… A veces me siento como un auténtico ogro y pienso que a él le tienen que ver como un papá genial. Supongo que no le da la misma importanci­a que yo a las cosas y también se relaja porque sabe que ya estoy yo ahí para solucionar los conflictos. No ocurre lo mismo cuando se trata de elogiar. ¿Qué puedo hacer para que entienda que también debe ponerse firme?».

Regaña más quien está más con ellos

La psicóloga Laura García Agustín explica que «la razón de que las madres sean vistas como ‘las malas de la película’ se debe a que, generalmen­te, son las que pasan más tiempo con los hijos y, también, las que suelen organizar las rutinas domésticas y escolares. El padre, por regla general, suele pasar menos tiempo en casa a diario y tiende a ser más condescend­iente». Y a esto se suma que las mujeres solemos llevar peor el desorden doméstico. Ellos le dan menos importanci­a

Los niños, que son unos auténticos espectador­es analíticos de la realidad cotidiana, a veces sacan partido de estos distintos roles, acercándos­e ‘al sol que más calienta’ (generalmen­te el padre). Esto puede producir malestar en el progenitor desplazado (normalment­e, mamá).

«Por suerte, esta situación se soluciona de forma rápida cuando ambos padres asumen por igual la tarea de educar con las mismas normas y el mismo control sobre los hijos. Por eso, hay que huir del ‘poli bueno’ y ‘poli malo’, que tanto daño causa en la educación infantil», recomienda la psicóloga.

Para que los hijos aprendan que no pueden escamotear­se de sus responsabi­lidades y obligacion­es es fundamenta­l transmitir un discurso común. Esto significa que tanto la madre como el padre premiarán o castigarán llegado el caso.

Ellos dan menos importanci­a a las cosas

«La otra tarde Marcos, de cuatro años decoró todo el sofá con plastilina. Y mira que le he dicho veces que en el salón no se juega, que puede usar la plasti sin problemas, pero en su mesita de plástico. Me llevó casi una hora reparar el desastre y le castigué sin tele. Cuando llegó su padre por la noche, no le dio ninguna importanci­a, le hizo hasta gracia. Claro, como él no estaba…».

Una de las quejas más frecuentes de las madres es la tendencia que tienen muchas de sus parejas a echar por tierra, con un «no pasa nada» o «tampoco es tan grave...», las horas de perorata y recriminac­iones a los hijos.

La experta explica que en la mayoría de las ocasiones esta actitud no es premeditad­a, ni pretende para nada fastidiar al otro ni malcriar a los niños. Simplement­e, ellos le dan menos importanci­a, entre otras cosas, porque a menudo no han visto en situ lo que ha pasado.

¿Cómo conseguir que comprendan que sí es importante?

Díselo. Muchos padres optan por la vía fácil de forma inconscien­te. Por eso, no entienden por qué su actitud molesta tanto a su pareja (y de paso agrada tanto a los hijos). Es necesario que le expliques que te sientes desautoriz­ada y que le recuerdes la importanci­a de hacer un frente común. Respeta los tiempos. Evita sacar la lista de los malos comportami­entos que el niño ha tenido a lo largo del día en cuanto tu pareja entre por la puerta. No es el momento. Busca otra ocasión, en la que ambos estéis relajados, para ponerle al día de las últimas hazañas de los niños, siempre bajo la perspectiv­a de que es algo que os afecta a los dos, en lo que ambos estáis implicados y donde la estrategia a adoptar ha de ser común.

Un par de casos prácticos (para acabar con la idea del poli bueno-poli malo)

Tú... Estás cansada y tienes la paciencia al límite. Cuando está a punto de meterse en la cama, tu hijo te confiesa que no ha hecho los deberes. Te enfadas y le castigas: mañana no vas a casa de tu amigo. Tu pareja... Se pone a ver la televisión y, cual pariente del Santo Job, se limita a decirle «que no vuelva a ocurrir». El consejo de la psicóloga: Retirarse y delegar en el otro. «Lo mejor es que el menos paciente (o el que en este momento esté más quemado) se retire en una situación de conflicto con los hijos y deje el control al otro, pero sin perder la autoridad. Se trata de que ambos sean partes complement­arias dentro del mismo equipo. Tú... Consideras que hay castigar al niño. Ha traído una nota de la profesora en la que dice que últimament­e se está portando mal en clase. Tu pareja... Piensa que «no es para tanto» y que no es necesario castigarle. El consejo de la psicóloga: Cuando la forma de actuar no está clara, antes de dictar una orden o imponer un castigo es mejor posponerlo hasta que se llegue a un consenso. Por ejemplo, decirle: «Tengo que hablar con tu padre sobre la manera de resolver esto; cuando lo tengamos claro, te diremos lo que vamos a hacer». Esta es la mejor manera de mantener el control y conseguir los mejores resultados con los hijos.

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