¿Por qué no avanza?
No siempre hay que intervenir. Depende del momento y los motivos por los que se ha interrumpido.
Predecir cuánto va a durar un parto, a priori, es prácticamente imposible. Sí sabemos que el primero suele ser más largo que los siguientes, puesto que en el organismo de la mujer deben producirse ciertos cambios que luego permanecerán para siempre y hacen que los siguientes partos sean más sencillos. Pero además el parto se puede detener en cualquier momento y pasar de ser un proceso normal a uno patológico, a veces de forma previsible y otras no.
Motivos fisiológicos y emocionales
Hay múltiples causas por las que un parto no avanza: falta de contracciones efectivas, fetos grandes que no caben en el canal de parto, posiciones anormales de la cabecita del feto durante el proceso, pujos maternos débiles o poco eficaces...
Además de las causas puramente orgánicas, muchas veces una situación emocional estresante para la madre o, simplemente, el miedo y la ansiedad ante el dolor, el ambiente hospitalario o la preocupación por el bienestar de su hijo pueden interferir en los mecanismos del parto y retrasarlo o pararlo por completo.
Cuando nos encontramos ante una situación de tensión, por la razón que sea, nuestro organismo segrega gran cantidad de adrenalina, que es una hormona que, entre otros muchos efectos, puede parar el proceso de parto, impidiendo la acción de la oxitocina. De hecho, las hembras de los animales que paren en libertad, y pueden estar más expuestas a la acción de otros depredadores son capaces de parar por completo su parto si perciben un peligro inminente para ellas o sus crías.
Si se para en la fase latente podemos esperar
En la primera etapa del parto el cuello del útero o cérvix adelgaza, se ablanda y modifica su posición para facilitar la salida del bebé hasta alcanzar unos tres centímetros de dilatación (lo que indica que el parto está instaurado).
Puede durar días y resultar molesta para la mujer, porque aparecen contracciones muy frecuentemente, se descansa mal y la tripa pesa mucho. Pero es un proceso fisiológico en el que no se debe intervenir, salvo que esté indicada una inducción médica del parto. Lo mejor es esperar a que la naturaleza actúe y el parto comience de forma espontánea.
Si se estanca durante la fase activa hay que buscar un equilibrio
Hay que tener paciencia y dar a cada mujer el tiempo que necesite para que su cuerpo actúe de forma natural. Y cada parturienta tiene unas necesidades diferentes.
La duración media del primer parto es de ocho horas. Los posteriores duran, de media, cinco horas, aunque existen diferencias importantes entre unas mujeres y otras. En general, en los hospitales no se permite que esta fase se prolongue más de 12 horas, porque puede resultar peligroso para la madre y para su bebé (sobre todo si la bolsa está rota, aparece fiebre, meconio, o si a la mujer le han puesto analgesia epidural).
En estos casos, se administra oxitocina intravenosa en pequeñísimas cantidades para que la dilatación avance y las contracciones no se paren. Si aun así la dilatación se estanca o el bebé o la madre corren algún peligro, se recurre a la cesárea para terminar ese embarazo lo antes posible.
Si no avanza durante el expulsivo habrá que comprobar...
Si el feto cabe por la pelvis de la madre. Si está bien colocado para poder nacer por vía vaginal.
Si los pujos son eficaces y las contracciones suficientes. Si todo esto se cumple y el feto no corre ningún riesgo, se puede esperar. De lo contrario, será necesario recurrir a un parto instrumental o a una cesárea, decisión que corresponde al obstetra responsable en ese momento.
Por último, si la salida de la placenta (alumbramiento) presenta alguna dificultad, y pasado un tiempo prudencial no se produce, el ginecólogo tendrá que realizar una extracción manual, puesto que si se retrasa demasiado existe riesgo de que se produzca una hemorragia importante.