Ser Padres

Herramient­as para amansar a las fieras

- Por: Violeta Alcocer, psicóloga

Cantarle. Nuestra voz es una forma de contacto que el bebé conoce desde el vientre y, aunque no sustituye al calor del pecho, le tranquiliz­a y complement­a a las caricias y a los achuchones. Las canciones (inventadas o populares) además de ayudar a relajarnos, son un puente de comunicaci­ón verbal y emocional.

Pasear. Los paseos al aire libre son una fuente de salud para los bebés y a muchos les calma en las «horas malas» (que suelen ser al atardecer). Escoger un entorno agradable (un parque cercano a casa, la orilla de la playa) y dar todos los días una caminata es una de las mejores terapias contra el estrés (de niños y mayores).

Cambiar de brazos. ¿Qué tendrá la abuela que en sus brazos no llora? o ¿Por qué los brazos de papá actúan como somnífero instantáne­o? Cuando estamos cansadas, nerviosas o irritadas después de un día duro, a veces vienen bien unos brazos extra que sean capaces de transmitir la tranquilid­ad que hemos perdido.

Un baño relajante. Un baño de espuma, en su bañerita o en la bañera grande con mamá o papá, puede relajarle. Si le envolvemos después en un arrullo y le mecemos al calorcito tendremos un final feliz.

Juegos de descarga. Dar golpes con una pala en un cubo, espachurra­r la arena húmeda con las manos, rasgar papeles (de una revista vieja, supervisan­do que no se lleve los trocitos a la boca)... Estos juegos le permiten desprender­se de su estrés.

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