Ser Padres

El padre sí ayuda.

Cuando se implica en el parto, mejora el bienestar emocional de la madre y el bebé lo nota. Ahí se está construyen­do una familia.

- Por: Belén Juan

La presencia del padre en el parto aporta a la mujer tranquilid­ad, seguridad, compañía… Y mejora la relación familiar, la lactancia… todo», nos explica el doctor Jesús Grande, jefe de Sección de Asistencia al Parto del Hospital Materno Infantil 12 de Octubre de Madrid. Sabe bien de lo que habla: su centro fue pionero en nuestro país en permitir el acceso de los padres a las salas de parto y más adelante, en 2010, en promover su presencia en las cesáreas.

Los beneficios son tan patentes que cada vez más hospitales permiten la presencia del padre en este tipo de partos, si se dan las condicione­s. Este ginecólogo ha visto nacer a muchos niños y lo tiene claro: «El vínculo materno y paterno con el bebé es mayor cuando el padre está presente. Se coloca al recién nacido en contacto piel con piel con la madre y el bebé repta hasta el pecho para iniciar la lactancia. El padre está ahí ayudando, apoyando, y esto refuerza el vínculo familiar ».

Desde el principio

Ese apoyo esencial comienza mucho antes, en el momento en que la pareja se plantea tener un hijo. Así lo cuenta la matrona Marta Sevillano: «El embarazo es un proceso cuya responsabi­lidad compete a dos personas. La madre lleva el peso físico porque es la gestante, pero la pareja tiene que prestarle su apoyo desde el inicio, también en todos los cambios psicológic­os, desde el primer trimestre hasta más allá del posparto. El papel del padre es fundamenta­l en el momento del parto, pero esa importanci­a se extiende a toda la concepción».

El doctor Grande ha podido constatarl­o en las consultas: «La mayoría de las mujeres acuden con su pareja. Y en 40 años de experienci­a he visto lloros, risas, abrazos… todas las manifestac­iones de alegría. Ahí empieza el vínculo, la unión de la pareja en torno al bebé. Si el padre está implicado, todo se lleva mucho mejor », explica.

La mayoría de los futuros papás están deseando implicarse en la gestación y formar parte del momento único del nacimiento. «Recomendam­os que acudan a los cursos de preparació­n al parto porque aprenden mucho sobre el proceso fisiológic­o que pasa la mujer – explica Marta Sevillano– y eso les proporcion­a seguridad y confianza». Además, desde estos cursos se organizan las visitas previas al hospital en el que nacerá el bebé. «Tienen la posibilida­d de conocer la sala de partos, la de dilatación, urgencias… El hospital es, en cierta manera, un entorno hostil. La visita previa quita algo de ansiedad sobre el ingreso de parto, los procedimie­ntos y las instalacio­nes», asegura.

El gran día

La mayoría de las mujeres queremos estar con nuestra pareja cuando llega el momento. Nos da confianza y nos ayuda a sentirnos protegidas y apoyadas en una circunstan­cia irrepetibl­e. No pasa nada ni tendrá consecuenc­ias futuras para el recién nacido si su padre no está... pero si está, es mejor para todos.

El doctor Grande asegura que la mayoría de los padres llegan al hospital con las cosas claras: «Gracias a las clases de preparació­n, saben bien qué tienen que hacer, cómo deben apoyar…Hay padres que dicen ‘si veo sangre me mareo’, pero luego están con su mujer, la abanican, la ponen una compresa fría en la frente si tiene calor… Intentan cuidarla».

Y es que el nacimiento de un hijo supone, además de una enorme satisfacci­ón, una fuente de estrés importante. Es un momento de gran intensidad en el que a veces hay que enfrentars­e a situacione­s que se escapan de nuestro control. Ahí es fundamenta­l que el padre mantenga la calma.

«Tienen que intentar centrar la energía del proceso de parto en la madre – explica Marta Sevillano–. Aunque le hayan puesto anestesia epidural y esté más tranquila, un parto es como un maratón, es un proceso largo y agotador y todo el peso del parto y el expulsivo recae sobre ella. Si la pareja está ahí para atender esas pequeñas necesidade­s físicas, ella se sentirá apoyada. ¿El padre qué puede hacer? Animarla, levantarle la cabeza, darle un poquito de aire, llevar vaselina para los labios por si se le resecan, abanicarla si tiene calor… Pequeños detalles que a él le hacen sentirse parte del proceso y a ella, arropada. Si se puede y si se atreve, también puede ser él quien corte el cordón».

En los hospitales españoles se permite la presencia de un acompañant­e, preferible­mente la pareja, en todo momento durante el ingreso de la embarazada. Cuando el parto es por cesárea, si no es de urgencia y no hay riesgo para la madre, cada vez más maternidad­es permiten la presencia del padre en quirófano. Si no es posible, el personal sanitario procura que el encuentro madre-padre-hijo ocurra cuanto antes.

Si estamos tranquilas, disminuyen los niveles de adrenalina, la hormona del estrés, y liberamos endorfinas, que ayudan a sentirse mejor y alivian el dolor. Poder compartir con la pareja los temores y la emoción del encuentro con el bebé refuerza los lazos.

También si hay cesárea

En el 12 de Octubre, la idea de que el padre asistiera a estos partos se la propusiero­n al doctor Grande los neonatólog­os. «Yo tenía una espinita clavada por mi propia experienci­a, porque mi hija mayor nació por cesárea y mi mujer pasó 18 horas sin verla. El hecho de que el padre esté, que se haga el piel con piel en estos partos, fue un gran reto. Y hubo que pelear mucho. Lo importante es que si en un hospital tan grande como este se puede hacer, se puede en cualquier sitio», asegura.

Una vez está preparado el campo quirúrgico, cuando ya está puesta la anestesia y la madre no tiene dolor, una matrona va a buscar al padre. Un paño evita que se vea la zona de la cesárea. «Si alguno quiere mirar, claro que le dejamos –apunta Grande–. No se oculta nada. Sí les avisamos antes de que, si hay alguna complicaci­ón, el padre tendrá que salir del quirófano. En estos casos es él quien se va con el recién nacido a Neonatolog­ía para hacer piel con piel. La satisfacci­ón de tener a su hijo sobre el torso en contacto, buscando la mama… Los padres comentan que es una vivencia única. Luego, en cuanto es posible, se lleva al hijo con la madre. Así no se pierde en ningún momento el vínculo familiar ».

«El proceso de nacimiento es irrepetibl­e. Incluso el primero y el segundo van a ser partos diferentes, igual que son hijos diferentes –recuerda la matrona Marta Sevillano–. Yo recomiendo a los padres que intenten vivenciarl­o de la mejor manera posible. Que dejen los móviles, ya informarán a la familia y a los amigos. Disfruta ahora de los primeros momentos de tu hijo, que acaba de nacer, vincúlate a tu criatura, pon toda tu energía en la madre, porque esto no se va a volver a repetir », explica Marta.

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