La fuerza del débil
Desde el punto de vista de la biología y el desarrollo, las deficiencias del recién nacido son con frecuencia sus puntos fuertes. Lo que entendemos como límite es el escalón que le permitirá seguir avanzando.
No habla ningún idioma
No nace hablando. Por eso puede aprender cualquier idioma. Los animales nacen conociendo la lengua de su especie, los humanos no. Pero ellos jamás aprenderán otra lengua. Esa indefinición es justo lo que permite al bebé adaptarse al lugar del planeta en el que nace y aprender cualquier lengua, sin condicionamientos. ¡Ojo!, porque aunque no hable, el bebé domina, desde el primer segundo, un lenguaje corporal y gestual que nos permite relacionarnos y entendernos perfectamente con él sin necesidad de palabras. Es un lenguaje que descodificamos en nuestro inconsciente.
Su cabeza es blandita
Que tenga su cabecita muy blanda tiene una razón: albergar un cerebro que crece. ¿No sería más seguro que el cerebro estuviera protegido por una estructura dura? En realidad, no. Esa cabeza blanda permite al cerebro crecer y afrontar sin muchas consecuencias las numerosas y naturales caídas que sufre al ensayar con su cuerpo para alcanzar el siguiente hito motriz.
La grasa de la cintura...
Le sirve para regular su temperatura corporal hasta que pueda generar calor por sí mismo a través del movimiento controlado. Esa grasita empieza a desaparecer cuando el bebé gatea y especialmente al empezar a andar. Ya no la necesita.
Ese llanto tan desagradable le garantiza que será atendido
Lo importante para los adultos no siempre coincide con lo imprescindible para el bebé, así que necesita algo que le asegure nuestra atención, un llanto que es difícil de ignorar. Llora cuando otros intentos (gestuales o corporales) han fracasado. Es la herramienta de emergencia en el campo de la comunicación. De hecho, las madres nos convertimos muy pronto en expertas en llantos y aprendemos a diferenciar si nuestro bebé está cansado, tiene hambre, está incómodo…
Tener que comer cada poco y depender de mamá para ello es clave para establecer el vínculo
Porque les obliga a pasar mucho tiempo juntos, en contacto cuerpo a cuerpo, y en ese contacto se conocen y se activan las hormonas del amor. La madre va ganando, en todos esos momentos de forzosa proximidad, confianza en su capacidad para hacerse cargo de su hijo. El reflejo de succión no solo sirve al bebé para alimentarse, le sirve para vincularse con su madre, para compartir afectividad y ternura.
La descoordinación de movimientos y los sobresaltos propician el abrazo organizador de sus padres
Lo tenemos en brazos, se sobresalta (fruto de un reflejo) y mamá lo aprieta un poco más, lo abraza y lo contiene, le muestra sus límites corporales, esos que el bebé aún no conoce. Los brazos y el abrazo de sus padres ayudan al bebé a regular su tono y su sistema nervioso. Le ayudan a madurar.
¡Un cuello que no se sostiene!
¿ Qué finalidad podría tener esto? Porque claro, una cosa es que no ande o no hable, ¡y otra es que ni siquiera sea capaz de sostener su propia cabeza! Eso sí que nos deja, como especie, en un lugar comprometido...
Ese cuello fue imprescindible para atravesar el canal del parto con éxito: hacía falta una estructura increíblemente flexible para poder hacer los sorprendentes giros que la cabeza realiza durante el nacimiento. Para eso el cuello apenas podía tener musculatura, y así nacemos. Pero no es solo una consecuencia, también podemos observar una finalidad: garantiza que durante las primeras semanas el bebé permanezca en posición horizontal (tumbado o en brazos) la mayor parte del día, justo lo que necesita mientras su cerebro y su cabeza crecen a toda velocidad y aprende a controlar parte de su cuerpo.