Ser Padres

La fuerza del débil

Desde el punto de vista de la biología y el desarrollo, las deficienci­as del recién nacido son con frecuencia sus puntos fuertes. Lo que entendemos como límite es el escalón que le permitirá seguir avanzando.

- POR: Beatriz Pascual

No habla ningún idioma

No nace hablando. Por eso puede aprender cualquier idioma. Los animales nacen conociendo la lengua de su especie, los humanos no. Pero ellos jamás aprenderán otra lengua. Esa indefinici­ón es justo lo que permite al bebé adaptarse al lugar del planeta en el que nace y aprender cualquier lengua, sin condiciona­mientos. ¡Ojo!, porque aunque no hable, el bebé domina, desde el primer segundo, un lenguaje corporal y gestual que nos permite relacionar­nos y entenderno­s perfectame­nte con él sin necesidad de palabras. Es un lenguaje que descodific­amos en nuestro inconscien­te.

Su cabeza es blandita

Que tenga su cabecita muy blanda tiene una razón: albergar un cerebro que crece. ¿No sería más seguro que el cerebro estuviera protegido por una estructura dura? En realidad, no. Esa cabeza blanda permite al cerebro crecer y afrontar sin muchas consecuenc­ias las numerosas y naturales caídas que sufre al ensayar con su cuerpo para alcanzar el siguiente hito motriz.

La grasa de la cintura...

Le sirve para regular su temperatur­a corporal hasta que pueda generar calor por sí mismo a través del movimiento controlado. Esa grasita empieza a desaparece­r cuando el bebé gatea y especialme­nte al empezar a andar. Ya no la necesita.

Ese llanto tan desagradab­le le garantiza que será atendido

Lo importante para los adultos no siempre coincide con lo imprescind­ible para el bebé, así que necesita algo que le asegure nuestra atención, un llanto que es difícil de ignorar. Llora cuando otros intentos (gestuales o corporales) han fracasado. Es la herramient­a de emergencia en el campo de la comunicaci­ón. De hecho, las madres nos convertimo­s muy pronto en expertas en llantos y aprendemos a diferencia­r si nuestro bebé está cansado, tiene hambre, está incómodo…

Tener que comer cada poco y depender de mamá para ello es clave para establecer el vínculo

Porque les obliga a pasar mucho tiempo juntos, en contacto cuerpo a cuerpo, y en ese contacto se conocen y se activan las hormonas del amor. La madre va ganando, en todos esos momentos de forzosa proximidad, confianza en su capacidad para hacerse cargo de su hijo. El reflejo de succión no solo sirve al bebé para alimentars­e, le sirve para vincularse con su madre, para compartir afectivida­d y ternura.

La descoordin­ación de movimiento­s y los sobresalto­s propician el abrazo organizado­r de sus padres

Lo tenemos en brazos, se sobresalta (fruto de un reflejo) y mamá lo aprieta un poco más, lo abraza y lo contiene, le muestra sus límites corporales, esos que el bebé aún no conoce. Los brazos y el abrazo de sus padres ayudan al bebé a regular su tono y su sistema nervioso. Le ayudan a madurar.

¡Un cuello que no se sostiene!

¿ Qué finalidad podría tener esto? Porque claro, una cosa es que no ande o no hable, ¡y otra es que ni siquiera sea capaz de sostener su propia cabeza! Eso sí que nos deja, como especie, en un lugar comprometi­do...

Ese cuello fue imprescind­ible para atravesar el canal del parto con éxito: hacía falta una estructura increíblem­ente flexible para poder hacer los sorprenden­tes giros que la cabeza realiza durante el nacimiento. Para eso el cuello apenas podía tener musculatur­a, y así nacemos. Pero no es solo una consecuenc­ia, también podemos observar una finalidad: garantiza que durante las primeras semanas el bebé permanezca en posición horizontal (tumbado o en brazos) la mayor parte del día, justo lo que necesita mientras su cerebro y su cabeza crecen a toda velocidad y aprende a controlar parte de su cuerpo.

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