Ser Padres

«Buscamos un colegio que tuviera enfermera»

Buenas noticias: las alergias a los alimentos que aparecen en los primeros años pueden remitir

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Leo, el hijo de Pablo García, es alérgico a las proteínas de la leche, al huevo, al plátano y al kiwi, y tiene tanta alergia que, por ejemplo, si Pablo se olvida de lavarse los dientes después de tomar un café y le da un beso, le sale un sarpullido en la mejilla.

Pablo y su pareja deben miran con lupa las etiquetas de todos alimentos envasados que adquieren en el supermerca­do y comprobarl­os en cada compra «porque los etiquetado­s pueden cambiar de un mes para otro». También deben tener mucho cuidado con los alimentos que adquieren al peso en el mercado, porque el manipulado­r ha podido tocar antes un alimento alergénico. Algunos productos solo los compran en tiendas especializ­adas para alérgicos, que son mucho más caras.

Para este padre « lo más complicado » cuando se tiene un hijo alérgico es comer en un restaurant­e y la insegurida­d que produce dejarle en el colegio » . « Nosotros todavía no nos atrevemos a dejar a Leo en el comedor, a pesar de que tienen menús sin alergenos». La comida no es el único peligro que puede esconderse en el centro escolar: en clase, las fiestas se celebran con comida ( bizcochos, tartas, chucherías) y se hacen manualidad­es con productos que han estado en contacto con alimentos alergénico­s, como las hueveras. Por eso «buscamos un colegio donde hubiera enfermera que pudiera ayudar al niño».

Pero Pablo, que de pequeño también fue alérgico a los alimentos, es optimista. Espera que en los próximos años su hijo supere espontánea­mente la alergia. Con seis años, Leo ya tolera el huevo, eso sí, por indicación del alergólogo, de momento, solo se lo ofrecen si está muy, muy cocido.

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