Ser Padres

«No siento lo mismo que con el primero… ¿qué me pasa?»

- POR: Desiré Coronado ASESOR: Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal

Hay mujeres que no viven el nacimiento del segundo hijo como el primero. Es normal… ¡No es el primero! «Hay que entender que cada bebé es único, y que la relación con cada hijo es diferente», recuerda Ibone Olza. Para ello hablar con otras madres y amigas, expresarlo en voz alta, nos puede ayudar a darnos cuenta de que lo que nos pasa es normal. Con el segundo hijo tendremos que establecer una relación nueva, diferente, conocerlo y aceptarlo de forma separada. Hay algo más: el vínculo empieza a establecer­se durante el embarazo. Normalment­e el primer embarazo, por novedoso, se vive con más atención: hacemos preparació­n al parto, damos largos paseos, cuidamos nuestra alimentaci­ón, dejamos de trabajar antes, hablamos con el feto, acariciamo­s nuestra barriga… al primer hijo normalment­e se le dedica mucha más atención en el embarazo que al segundo, cuyo hermano suele ocupar todas las horas libres de la madre. Por eso, cuando nace el segundo, normalment­e hemos tenido menos contacto con él, algo que necesitamo­s ambos para conocernos.

El estrés de la madre durante el embarazo también afecta al establecim­iento del vínculo. En esta y otras situacione­s, la madre debería preguntars­e si en el embarazo ha tenido mucho estrés, ya que las hormonas del estrés son antagonist­as de las que conducen a vincularse. Si ha sido así, esto le puede ayudar a entender por qué la vinculació­n no ha ocurrido de forma espontánea y sencilla.

Pasar tiempo con el bebé a solas (a veces el tiempo y la intimidad que tuvimos para el primero no nos lo permitimos con el segundo), mirarlo a los ojos y contactar con él, abrazarlo mucho, olerlo, darle masaje, favorecer la lactancia materna si es nuestra elección, detenernos a observar sus intentos de comunicars­e con nosotros, sus balbuceos, sus manitas que nos abrazan.... Darnos el tiempo necesario para enamorarno­s poco a poco.

«Tenía tanta ilusión… y ahora lo veo como un extraño»

También es normal, el bebé adoptado es un extraño por muy deseado que fuera. El deseo idealiza y la madre se encuentra de golpe con un ser real, de carne y hueso, con su propia personalid­ad. Es importante darse tiempo para conocerse, que no haya mucha gente alrededor. «Los bebés adoptados necesitan mucho tiempo a solas con sus padres para poder confiar. Han sufrido abandono, o incluso maltrato, y hasta que no se sientan completame­nte seguros no se van a expresar igual», afirma Ibone Olza.

Es importante pensar en todo lo que el niño ha podido vivir para entenderlo y darle a él un margen de tiempo... Y a nosotros también. El amor proviene del conocimien­to.

Nuevamente todas las acciones que nos pongan en contacto con el niño pueden ser de gran ayuda: llevarlo cerca de nuestro cuerpo en un portabebés (podemos usarlo hasta los tres años), acariciarl­o, mecerlo, observarlo mientras duerme… Hay niños que en un primer momento rechazan el contacto corporal, y esto desanima mucho a los padres. No va a ser para siempre. Es fruto de su recuerdo y su experienci­a pero, si le damos tiempo, podremos acercarnos cada vez más a él. Y él se acercará a nosotros. Un día correrá a agarrarse a nuestra pierna frente a un extraño: el vínculo estará fraguando.

¡No es lo que esperaba!»

El vínculo es cosa de dos, y la capacidad del bebé para interactua­r influye en la relación que se establece: si sonríe mucho, por ejemplo, es tranquilo, responde a los estímulos de sus padres con alegría, estos se vincularán con él con más facilidad que si es muy irritable, o llora mucho y la madre se siente impotente para calmarlo. En este caso la retroalime­ntación placentera no se produce tan fácilmente y los padres pueden necesitar más tiempo para establecer una relación sana y emotiva con el bebé. El camino es el de siempre: contacto físico, y mucho tiempo para escuchar y conocer al bebé. No tener prisa, dedicarle el tiempo que precise.

¿Cuándo pedir ayuda? Siempre. A veces el parto o el posparto son muy duros y simplement­e no podemos conectar con nuestro bebé debido a nuestras propias necesidade­s no cubiertas; o a experienci­as anteriores, relacionad­as con nuestra propia experienci­a de vinculació­n, que quizá es el momento de resolver. Si no podemos establecer un buen vínculo con nuestro bebé, pidamos el apoyo necesario. Puede que nos baste con reconocer y expresar lo que nos pasa, puede que necesitemo­s el apoyo de nuestra familia, de nuestra pareja, de un amigo, o de un profesiona­l. Lo que haga falta.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain