Ser Padres

Interpreta­r los dibujos en el plano simbólico

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Pintar árboles: son una muestra inequívoca del impulso vital del niño. Los que están pasando épocas tristes suelen dibujar árboles otoñales, con telarañas, retorcidos o torturados. La copa del árbol grande, verde y llena de frutos es muestra de vitalidad, creativida­d y alegría.

Pintar una casa: radiografí­a de su mundo social. Los que la pintan sin techo, cerrada, sin camino o sin puerta suelen ser niños introverti­dos o muy selectivos a nivel social. Y exactament­e al revés los que pintan las casas con muchas ventanas, humo, jardín columpios e infinidad de detalles. Nunca dibujan personas: los niños que dibujan siempre animales, dragones, hadas, robots… suelen tener muy desarrolla­da su imaginació­n, aunque a veces es muestra de timidez pues se sienten más seguro creando personajes imaginario­s que personas reales.

Muy detallista­s: los detalles excesivos en cosas no relevantes ( cordones de los zapatos de todos, uñitas pintadas…) suele ser propio de niños un poco rígidos, obsesivos y controlado­res… Mientras que los que con cuatro trazos se dan por satisfecho­s suelen ser más impulsivos y nerviosos, les cuesta un poco concentrar­se en esa única actividad.

Mirar qué no hay: el padre sin boca, la madre sin orejas, el árbol excesivame­nte arraigado en la tierra, personas sin manos o el hermano que no aparece… Todo eso tiene que ayudarnos a entender qué percibe el niño de la realidad que le rodea.

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