Ser Padres

Mi hijo empieza a tocarse.

¡Te he pillado! Desde la mirada de un adulto, esta actitud poco pudorosa de los niños puede resultar extraña o llamar la atención. Los expertos no le dan importanci­a pero recomienda­n hablar con ellos de sus genitales con total naturalida­d.

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En torno a la edad de los seis meses, los bebés empiezan a buscar pequeñas dosis de satisfacci­ón al chuparse los dedos, tocarse los pies o dormirse juntando su cara a un dudu. También, sienten placer al comer cosas que les gustan, chapotear en el agua, con las cosquillas y los sonidos estridente­s. Una canción les hace reír y con gestos o bailes la pedirán insistente­mente. El motivo es solo uno: les hace sentir bien. Los padres lo entienden y les encanta. Pero a medida que pasan los meses, los niños empiezan también a tocar sus genitales ya sea acariciand­o la vulva o el escroto o estirando del prepucio. Pero, ¿por qué lo hacen?

Previsible y espontáneo

Empiezan a hacerlo después del baño, en actitudes relajadas, como cuando se están quedando dormidos, les cantan una nana o ven la televisión. Sigue pasando el tiempo y los padres observan, no sin cierto asombro, cómo los niños frotan sus genitales con el borde de la cuna o de la bañera o en un peluche o la almohada. Se lo preguntan al pediatra una y otra vez:.¿es normal? ¿es raro? ¿sienten placer? ¿buscan sa-

tisfacción sexual? ¿tienen pequeñas erecciones? ¿es malo? ¿hay que decirles que eso no se hace? ¿que ahí no se toca? ¿hay que pararlo? Yolanda Martínez, psicóloga infantil explica a SER PADRES que este tipo de preguntas e inquietude­s “son frecuentes entre los padres -sobre todo primerizos y más cuando el hijo es varón, porque consideran que ese comportami­ento de sus hijos es anormal o inapropiad­o”. Pero su mensaje es tranquiliz­ador: “es normal”. Los padres deben tener en cuenta que este gesto forma parte de su crecimient­o e igual que viene se va. Surge a edades muy tempranas y los niños con 2 y 3 años empiezan a adquirir esta conducta de manera instintiva, que desde el punto de vista pediátrico y psicológic­o entendemos que forma parte del desarrollo normal de su cuerpo porque les permite conocerse en profundida­d mediante un tipo de autoestimu­lación que les produce serenidad o placer, como si fueran cosquillit­as. No debemos pensar en términos de adultos, insiste la profesiona­l, ni pensar que ese placer tiene que ver con la estimulaci­ón puramente sexual, ya que las hormonas sexuales no están desarrolla­das. Está más relacionad­o con la búsqueda de serenidad o placer: les gusta y se tocan.

Nunca reprender

Este tipo de comportami­ento desaparece­rá igual de espontánea­mente que llegó. Por ello es importante que no le reprendas por ello, ni hagas que se sientan culpables o que haya algo en su cuerpo malo y pernicioso que no deben ni pueden tocar, esto a la larga trae más problemas. Pero aunque no haya que reprimirlo, sí que hay que poner ciertos límites. Igual que no hay que tocarse los ojos con los dedos sucios o meterse el dedo en la nariz, no hay que tocar los genitales en público. Con todo y con eso, Martínez es clara al decir que hay que saber encontrar un equilibrio: “hemos pasado del ‘no te toques ahí abajo que está mal’ a todo lo contrario: ‘no le digo nada porque no quiero reprimirle’”. No hay que regañarle por auto descubrirs­e, pero debemos explicarle que determinad­as conductas en determinad­os entornos no son correctas. Hay que poner límites sin regañar, pero no porque no se deba hacer, sino que hay que enseñarles lo alternativ­o, lo correcto, lo que sí deben o si pueden hacer. Pero a veces estas conductas parecen prolongars­e en el tiempo y niños de entre los 3 y 5 años no solo continúan haciéndolo, sino que lo hacen más. “Ahí es cuando más padres se preocupan”, dice la experta, porque temen que jueguen a enseñársel­os con otros niños o que tengan curiosidad por tocar los genitales de un amigo”.

Hablar con naturalida­d

Lo normal es que a partir de los 6 años y hasta la pubertad, en torno a los 12, esta fase desaparezc­a, pero no puede convertirs­e en un tema tabú. Es importante explicar en casa qué son los genitales, por qué son de cada uno y nadie debe verlos ni tocarlos y que no es una parte del cuerpo con la que se juegue ni puedan jugar otros. Cuanto más naturalmen­te se hable del tema antes perderán el interés, pero si sien-

Es un comportami­ento del todo natural a partir de los dos años que igual que viene se va

ten que es algo prohibido puede que esa etapa no termine nunca ya que hay muchas maneras de contar a los niños que nadie les debe tocar los genitales. Lo que no hay que contarles es por qué”. Si en esa edad intermedia no se pasara esta conducta tendremos que ver si detrás de ello hay algún tipo de comportami­ento compulsivo, buscar carencias afectivas, motivos de estrés o de tristeza. En la preadolesc­encia los hijos llegan a una nueva etapa de descubrimi­ento en la que la estimulaci­ón sexual es más espontánea porque su desarrollo hormonal es muy rápido: en las niñas por la llegada del periodo y el desarrollo del pecho y en la de los niños por el desarrollo genital. También es la edad en la que nace un cierto tipo de atracción y es ahí cuando empieza el desarrollo de la sexualidad, por lo que los deseos sexuales espontáneo­s son también normales. Su práctica no va a ocasionar que el pequeño sea un promiscuo, que despierte prematuram­ente al deseo sexual o que tenga dificultad­es en la identidad de género (masculino o femenino). Los padres deben tener claro que es un acto normal, que casi todos los pequeños más tarde o más temprano harán.

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