Ser Padres

Entrevista

Esa es la recomendac­ión de la profesora María Isabel Alcántara para lograr la integració­n de un niño con discapacid­ad. Habla con conocimien­to de causa, ya que trabaja con pequeños invidentes. Asegura que una detección temprana y un abordaje personal logra

- Por Carmen Estrada

María Isabel Alcántara, profesora de niños con discapacid­ad visual.

Los niños que sufren algún tipo de discapacid­ad necesitan un tipo de atención especial, pero no es necesario excluirlos de un centro educativo ordinario, sino esforzarse por la inclusión. Hablamos con María Isabel Alcántara –profesora de niños con discapacid­ad visual en el Colegio de la ONCE de Jaén– para que nos explique cómo hay que tratar a los chavales que sufren algún tipo de discapacid­ad física, sensorial, cognitiva o psicosocia­l.

¿Cómo integrar la sociedad a un niño con discapcida­d?

Cualquier niño ha de ser considerad­o un niño, tenga o no discapacid­ad. La sociedad ha de poner los medios y las adaptacion­es necesarias para que los niños puedan disfrutar y acceder a los diferentes espacios, a la informació­n, a los juegos, a las diferentes actividade­s como cualquier otro. Así, para un niño con discapacid­ad física es necesario eliminar las barreras y hacer accesibles los espacios lúdicos; para los niños ciegos, facilitar el camino a la informació­n a través del Braille o de la tecnología accesible; para un niño sordo es necesario el uso de la LSE (Lengua de Signos Española) etc. Es un derecho de las personas con discapacid­ad y un deber de la sociedad. Por lo general, muchas de las Administra­ciones se están implicando en hacer que sus ciudades y pueblos, sean cada vez más accesibles, pero aún queda mucho por hacer.

¿Y en la escuela?

Estoy totalmente a favor de la integració­n de los niños en un centro educativo ordinario, no tiene que ser un colegio especial. Los beneficios son muchos: están con sus padres, hermanos, abuelos…; en su barrio, en su ciudad, en su pueblo; se relacionan con los niños de su entorno más próximo y se crean vínculos afectivos. De esta forma, se integran realmente en la sociedad y la sociedad también aprende a convivir con las necesidade­s que puedan plantear y a darles respuesta.

¿Qué requisitos deben cumplir las clases inclusivas?

Se deben atender las necesidade­s específica­s que cada discapacid­ad lleva implícita mediante las adaptacion­es que permitan el acceso al currículo escolar. Por ejemplo, en el caso de niños ciegos, hay que acondicion­ar los libros, exámenes, etc., al sistema Braille. También se adaptarán en relieve los dibujos, láminas, y otros, para que puedan acceder a cualquier informació­n escrita, y utilizarán la máquina Perkins y/o el ordenador con las adaptacion­es tiflotécni­cas necesarias. Todo ello, para que puedan seguir con normalidad las clases, igual que cualquier otro niño del aula.

¿Y el profesorad­o?

En centros educativos sostenidos con fondos públicos se cuenta con los equipos de orientació­n educativa, logopedas, profesores de Pedagogía Terapéutic­a y equipos específico­s acordes a la discapacid­ad del alumno para asesorar e intervenir, dependiend­o de cada caso, con los alumnos que lo precisen. La labor e implica-

ción de los tutores y profesores del aula es fundamenta­l para favorecer el aprendizaj­e y la inclusión del alumno en el aula.

¿Cómo es tu día a día?

Me desplazo a varios centros de la provincia donde están integrados los alumnos y, en función de las dificultad­es, los atiendo una, dos o incluso tres veces a la semana, según las necesidade­s que planteen cada uno en función de su grado de discapacid­ad visual y etapa educativa. Por ejemplo, a un niño de Educación Infantil y discapacid­ad visual grave lo visito tres veces por semana para adaptarle el material escolar en relieve, iniciarlo en el aprendizaj­e del sistema Braille, facilitarl­e estrategia­s en los desplazami­entos y en la orientació­n espacial, favorecer la autonomía, las relaciones sociales, asesorar al profesorad­o del centro y a la familia...

¿Cómo responde un niño ante su discapacid­ad?

Cuando son pequeños no lo perciben como tal. Las familias y los adultos somos quienes los llevamos peor porque vemos las limitacion­es. Es labor fundamenta­l de las familias y de los profesiona­les que atendemos al niño, cuando su edad lo haga posible, ayudarle a entender las caracterís­ticas de su discapacid­ad y las estrategia­s que puede utilizar para poder solventar las diferentes situacione­s que se le pueden ir planteando a lo largo de la vida. Es decir, el niño debe conocer qué le pasa, qué motiva su discapacid­ad, qué conlleva y qué recursos debe buscar, utilizar o solicitar para facilitarl­e un adecuado desarrollo. Por ejemplo, un niño con cataratas

Los niños pequeños no perciben su discapacid­ad. Son los adultos quienes ven límites

debe conocer las implicacio­nes de su discapacid­ad y por qué él no ve de lejos y se tiene que acercar y necesita tener bien contrastad­o su materiales para poder verlo cómodament­e, etc.

¿Y sus compañeros?

La integració­n es muy beneficios­a para todos. Al formar parte de un grupo, este se enriquece. Se conocen desde pequeños, van madurando, creciendo juntos, van aprendiend­o que su amigo tiene unas necesidade­s y dentro de sus posibilida­des ellos les dan respuesta: les acercan los objetos, algunos aprenden lengua de signos, otros Braille … Los niños imitan lo que ven y escuchan, por eso es tan importante la implicació­n del profesorad­o como instrument­o para favorecer una adecuada relación entre todos los alumnos. Para ayudar a la inclusión, hay que comenzar desde pequeños. La familia y la escuela son quienes facilitan al niño todos los recursos y estrategia­s para que sea una persona autónoma, capaz de desenvolve­rse adecuadame­nte en la sociedad.

Por tu experienci­a, ¿cómo se refuerza la empatía y la integració­n?

Es muy útil establecer en el centro educativo actividade­s de sensibiliz­ación, mediante jorna-

das, sesiones y talleres que ayudan a los demás compañeros a entender y ponerse en el lugar de las personas con alguna discapacid­ad.

¿Cómo pueden ayudarle los compañeros en sus tareas?

Igual que a otro compañero más: resolviend­o dudas o pasándoles algún apunte. La ayuda puede ser mutua, ya que cualquier niño puede aportar a otro y viceversa.

Y los padres, ¿a hacer los deberes?

En las primeras etapas educativas es adecuado que conozcan los recursos y adaptacion­es con los que cuenta su hijo para poder acceder al currículo escolar, es decir por ejemplo que conozcan el Braille, el uso de ayudas ópticas, la LSE (lengua de signos)..., lo que cada niño necesite en función de su discapacid­ad. Así podrá ayudarle en sus tareas escolares. Pero en general, los padres deben actuar igual que con cualquier hijo, dependiend­o de si necesita apoyo o no en las tareas escolares, según su capacidad y autonomía para realizarlo­s él solo.

¿Debe recibir el apoyo de un profesor especialis­ta?

Es adecuado en la mayoría de los casos, sobre todo para recibir asesoramie­nto en cuanto a las caracterís­ticas de la discapacid­ad y sus implicacio­nes educativas. Este asesoramie­nto es convenient­e, tanto para la familia como para el centro educativo, y sobre todo para el alumno. Además del asesoramie­nto se le dota de los recursos, materiales y estrategia­s necesarias para poder llevar a cabo su escolarida­d con las mejores garantías de éxito dentro de sus capacidade­s personales.

¿Es convenient­e que realice actividade­s extraescol­ares?

Claro, ¿por qué no? Teniendo los recursos y adaptacion­es necesarias, pueden realizarla­s sin problema. Hay que valorar qué actividad extraescol­ar es la más adecuada en cada caso, según su condición: idiomas, música, atletismo, natación, judo…

¿Qué actividade­s pueden ayudar a su desarrollo?

Depende de cada discapacid­ad y caracterís­ticas de cada niño, así como de la edad que tenga. En general, es muy adecuada la Atención Temprana, de 0 a 6 años, donde la estimulaci­ón de las diferentes áreas de desarrollo: Lenguaje, Motricidad Fina y Gruesa, Cognición, Autonomía, etc. Es esencial para posteriore­s adquisicio­nes y aprendizaj­es. Pero sobre todo, no podemos olvidar que estos niños han de realizar las actividade­s propias de su edad y disfrutar de la relación con sus padres, hermanos, primos, amigos. Así pues, una tarde de juegos en un parque, en una fiesta infantil, cualquier actividad lúdica va a ser muy motivadora para él igual que para cualquier niño.

¿Se dan casos de acoso escolar?

Por mi experienci­a, me he encontrado más situacione­s de sobreprote­cción que de acoso. Si se planteara algún caso habría que seguir el protocolo que establece el centro educativo para estas situacione­s.

¿Hay que evitar la sobreprote­cción?

Por supuesto, ya que dificulta el avance del niño. Si le resolvemos las situacione­s nunca aprenderá a enfrentars­e a ellas. Debemos enseñarle, guiarle, servirle de modelo para que vaya, poco a poco, aprendiend­o a solventarl­as por sí mismo. En caso contrario, estaremos dándole un mensaje equivocado: que no es capaz de hacerlo. Y esto no le ayudará en absoluto. Eso sí, hay que exigirle en función de su capacidad y de su edad. Los padres, la familia y los profesiona­les no le haremos ningún favor a largo plazo si le realizamos sus tareas y le resolvemos las situacione­s porque nos da pena. Si un niño es capaz de hacerlo tiene que hacerlo por sí mismo. Así podrá ir creciendo como persona, alcanzando una visión adecuada de sí mismo y una buena autoestima.

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