¿Cómo se educa en la generosidad?
El psicólogo y orientador de padres, Jesús Niño nos da algunas claves:
Refuerzo positivo.
A veces, el mejor premio es decirle lo orgullosos que estamos de él o lo bien que lo ha hecho. El mero reconocimiento, la alabanza, el abrazo o el beso es increíblemente eficaz. No siempre hay que darle un premio.
No pasar por alto un ataque de egoísmo.
Una conducta reprobada suele extinguirse, por lo que repetirle de manera calmada y reiterada qué ha hecho mal y por qué, contribuirá a que deje de hacerlo, al igual que el resto de comportamientos adquiridos y aprendidos.
Hay que empezar desde pequeños.
A los 7 u 8 años es muy tarde para empezar a explicarle a un niño el error que supone no compartir. Cuanto antes, mejor.
Regalos colectivos.
Es muy positivo que se compre algo para varios hermanos o para toda la familia y que el niño aprenda a respetar normas y turnos de uso. La propiedad comunitaria le ayudará a comprender que eso no es suyo.
Los padres, un ejemplo.
No debemos olvidar que los niños aprenden casi todo por imitación y que nosotros somos para ellos un ejemplo permanente. Si los padres no son generosos, su hijo tampoco lo será.