¡Qué bien te sienta!
Eres feliz y eso se refleja en tu piel, tu pelo, tus relaciones sociales y de pareja... Y, además, todos te miman. Disfrútalo.
Cuando preguntamos a una mujer cómo recuerda su embarazo, es posible que a alguna (las menos) le venga a la mente la parte menos glamurosa de la gestación: el cansancio, los kilos de más... La mayoría, sin embargo, te hablará sobre todo de lo bien que se sentía cuando esperaba a su bebé. Y es que aunque el embarazo acarree ciertas molestias, también te regala muchos beneficios.
Más guapa por fuera Piel envidiable
Aunque algunas madres pueden sufrir acné y al final encontrarse con algunas manchitas por los cambios hormonales, el embarazo suele ser una cura para la piel, que luce mejor que nunca, sin brillos ni exceso de grasa. El aumento del volumen de sangre que circula por el cuerpo aporta una mayor irrigación sanguínea y, por consiguiente, una gran sensación de bienestar y de salud a la madre y eso se nota en la cara. La retención de líquidos (que suele afectar negativamente a las manos y las piernas),
contribuye sin embargo a regalar esa sensación de tez tersa y de relleno facial que tanto favorece a la gestante.
¡Melena de escándalo!
«Mis compañeras de trabajo no paran de decirme lo bien que tengo el pelo, pero yo no me he hecho nada especial», dice Susana, embarazada de cuatro meses. El pelo es uno de los grandes beneficiados por las hormonas del embarazo por varias razones: se cae mucho menos, luce más brillante (por el aumento de grasa del folículo piloso) y está más suave (porque los estrógenos adelgazan la fibra capilar).
Uñas de felino
Los estrógenos también son los responsables de que las uñas experimenten un crecimiento más acelerado y, a veces, incluso, se fortalezcan.
Estás muy sexy
Has aumentado de golpe y porrazo una talla de sujetador y tienes licencia para presumir de curvas. «Mi marido está tan encantado con este segundo embarazo como yo, y no solo porque vayamos a ser padres de nuevo... Nuestra relaciones sexuales durante el primer embarazo fueron increíbles» confiesa Triana, madre de una niña de dos años.
Te olvidas de la regla
Desde el momento en que se implanta en el útero, el embrión empieza a sintetizar HCG (la hormona responsable de esas nauseas típicas del primer trimestre del embarazo), lo que provoca que se interrumpa el ciclo ovulatorio, se mantengan elevados los niveles de progesterona y no se desprenda la capa del endometrio, el sangrado de cada menstruación. Es por ello que la mayoría disfruta de su primer embarazo.
El sexo puede ser inmejorable
Durante el primer trimestre el cansancio o las náuseas hacen que las relaciones sexuales queden bastante relegadas. Pero en el segundo trimestre el deseo sexual aumenta y se retoman estas relaciones con más ganas. No tienes que preocuparte de usar anticonceptivos, las hormonas mejoran la lubricación genital y aumentan la sensibilidad de las zonas erógenas. Además, la mayor congestión vascular en la pelvis también facilita una mayor satisfacción sexual.
Todo el mundo te mima
Cuando estás embarazada parece que los astros se alinean para hacerte sentir importante. ¡Y es que lo eres! Llevas dentro a un bebé al que, sin que haya nacido, ya todos quieren. Y tienen que cuidarte para que estés bien y todo se desarrolle con normalidad: no te dejan trabajar mucho en las tareas de casa, ni coger peso... Probablemente, si ellos no estuviesen lo harías sin problemas, pero si tu pareja o familiares no te permiten hacerlo, ¡déjate querer! Es tu momento. No te sientas culpable porque te cedan el asiento en el autobús o te dejen adelantarte en la cola de la caja del supermercado. Piensa que debido al aumento del volumen sanguíneo (entre un 35 y un 40 % más) ahora retienes más líquidos, lo que puede provocarte varices y pesadez en las piernas, por lo que debes evitar estar mucho tiempo de pie.
Tienes la excusa perfecta para cuidarte
Esta vez es la progesterona la responsable de que vivas los primeros meses del embarazo en un permanente estado de sueño y cansancio. Así que, por una vez en la vida, déjate llevar por la pereza.
Mila, madre de un bebé de seis meses, nos cuenta que tenía la fea costumbre de no desayunar nunca, hasta que fue madre. «Aprovechaba hasta el último minuto en la cama y salía corriendo para el trabajo. Cuando me quedé embarazada, la matrona me dijo que tenía que cuidar mi dieta por el bien de mi bebé. Así que empecé a desayunar en una cafetería cercana a mi oficina mientras leía el periódico. Descubrí que con esos 15 minutos de relax para mí, llegaba más tranquila a trabajar, con mejor humor y ya es mi hábito sano para siempre. Dejo a mi hijo en la guardería y me tomo mi café con porras antes de comenzar mi jornada laboral».
Tienes mayor empatía con tus seres queridos
Anna, embarazada de siete meses, comenta que desde pequeña jugaba con muñecas, las vestía, bañaba... «Soñaba con el día en que tuviera un bebé de verdad entre mis manos. Incluso ya tenía el nombre que pondría a mis hijos elegido mucho antes de tener una pareja. A medida que avanza el embarazo y veo más cercano el momento de coger a mi hijo en brazos, me emociono tanto que se me caen las lágrimas. Mis amigos, mi familia, mi pareja e incluso mis compañeros de trabajo me comentan que es una maravilla estar conmigo, que siempre tengo buenas palabras para todos y mucha energía. ¿Pero no debería estar cansada ahora que estoy tan gordita? Yo sigo sonriendo como una tonta, porque mi vida es perfecta».
Esta sensación de felicidad no es exclusiva de Anna. Ser madre culmina la alegría de tu vida a nivel personal y eso se refleja a nivel de pareja (se ve culminado un proyecto de vida común) y familiar (porque los abuelos también han soñado con ese momento...).