Ojo con las extraescolares
Son necesarias. Tanto para que adquieran otras capacidades como para ayudarnos a conciliar trabajo con ser padres y madres. Pero ¿dónde está el límite en ellas?
Según el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) más del 70 % de los alumnos de Primaria y más del 6 0% de los de Secundaria realizan alguna actividad extraescolar. Al revés de lo que ocurre en los países nórdicos, los horarios escolares en España están hechos a imagen y semejanza de las jornadas laborales de los padres y no al revés. Ésa es la razón de que en los hogares donde trabajan padre y madre aumente la demanda de actividades extraescolares para prolongar, más aún, el horario lectivo de los pequeños. Relegando, eso sí, el juego libre -tan necesario, según todos los estudios psicológicos y pediátricos, para la maduración infantil a todos los nivelesa un segundo plano. El tema, nunca exento de polémica, suscita numerosas preguntas: ¿Qué hay detrás de tanta extraescolar? ¿Un deseo de bienestar y aprendizaje para el niño? ¿O una necesidad de cuadrar horarios familiares? Más: ¿Es algo que sólo pueden permitirse familias con mayores recursos? ¿Generan, por tanto, desigualdad? ¿Pueden provocar estrés en los pequeños? ¿Cuántas serían razonablen? ¿Cómo elegirlas?...
Normalmente divididas en tres tipos: deportivas (fútbol, natación), creativas (danza, pintura) y académicas (inglés, informática), los especialistas están de acuerdo en que deben primar los intereses del niño por dicha actividad.
A tener en cuenta
El empecinamiento y las frustraciones de la infancia de los padres deben quedarse a un lado a la hora de elegir qué actividades realizar. ¿Qué hay que tener, por lo tanto, en cuenta?
1. Atender a los intereses del niño y también a su temperamento. Ellos son los que deberían elegir si les interesa o no hacer esa actividad, aunque haya que animarles a conocerla y darle una oportunidad. Este momento de ocio debe ser satisfactorio para él.
2. No obligarles si no les gusta. A veces la solución pasa por que prueben unos días y ver si les gusta, pero obligarles a ir sin ganas sólo les despertará una sensación de insatisfacción y frustración muy grande.
3. Evitar que se saturen. Los niños necesitan descansar y tener tiempo para jugar. El “no hacer nada” unas cuantas tardes a la semana no sólo es bueno para él o ella sino, además, muy necesario.
4. ¡Ojo al estrés! Los niños son mucho más sensibles a las situaciones de ansiedad, angustia y estrés de lo que aparentan, así que el nerviosismo, los trastornos del sueño o cambios de humor pueden ser sintomáticos de que no pueden con todo.
5. Aprender y divertirse. No se puede olvidar que los niños necesitan ambas cosas por igual, sino se desmotivarán. De nada sirve que a los padres les interese mucho que hagan esa actividad si al niño no le inspira en absoluto.
6. Evitar actividades demasiado “escolares”. Si no lo necesitan es mejor que lo que hagan no tenga nada que ver, o muy poco, con lo que hacen en el colegio.