Ser Padres

Educación

Cuando las contradicc­iones entre ambos progenitor­es son frecuentes pueden suponer un problema en el bienestar emocional de los niños.

- Por Magdalena Belda

Cuando papá dice“sí”, pero mamá dice“no”.

Educar no es una tarea sencilla y en muchas ocasiones los padres se sienten exhaustos ante tanta responsabi­lidad y falta de respuestas e incoherenc­ia en sus actuacione­s. ¿Debería haberle castigado? ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Soy muy permisivo? ¿Me he pasado? En ocasiones no son estas dudas las importante­s sino la falta de coherencia y criterio común entre los progenitor­es que puede hacer perder autoridad frente a los hijos. ¿Qué hago si mamá me dice que si y papá me dice que no? ¿Se lo pido mejor a mamá por si a papá le molesta? Vamos a hacerlo en secreto sin que mamá se entere... La falta de unidad de criterio entre los padres es uno de los principale­s problemas a la hora de educar a los hijos. Es fundamenta­l que en el hogar primen unas reglas y normas comunes que se apliquen en la educación de los más pequeños. Porque cuando no existe esa coherencia educativa, los niños se resienten.

Mensajes contradict­orios

Si el niño recibe mensajes contradict­orios de sus padres y se desautoriz­an mutuamente, no sabrá a quién debe obedecer y se siente perdido puesto que no tiene una referencia clara de lo que debe hacer. Estas discrepanc­ias, con el tiempo, las aprovechar­á el niño para salirse siempre con la suya, acudiendo al progenitor que sea siempre el más permisivo.

Los padres son la principal figura de autoridad para los hijos y siempre es un error tratar de ser sus amigos en lugar de ejercer de padres. Las cosas importante­s nunca se negocian con los hijos. Los temas importante­s se hablan entre los padres para que actúen como un bloque ante a ellos. “Los padres somos el princi-

pal modelo y referente de nuestros hijos, por o que es importantí­simo que observen un criterio educativo común en cuanto a ellos se refiere, independie­nte, por supuesto, del estilo personal con el que cada uno lo aderece”, señala la psicóloga Alicia Sanzo. “Esto hará —continúa— que nuestros hijos se sientan seguros y establezca­n un vínculo de apego más sólido y firme”. Educar con el ejemplo y sobre todo que los hijos vean que los padres no dicen una cosa y hacen otra es fundamenta­l. No se debe olvidar que el hogar es la principal escuela y el lugar donde se aprenden los valores que acompañará­n al niño de por vida. Todo lo que diga uno de los miembros de la pareja tiene que ser respetado por el otro y, si tuvieran discrepanc­ias, solucionar­las en privado y no en presencia de los niños.

Tras la ruptura familiar

Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadístic­a, en España se producen anualmente cerca de 400.000 rupturas matrimonia­les, entre separacion­es y divorcios. Y cada año, las cifras van en aumento.

Tras la ruptura, cambia la convivenci­a, pero no deben cambiar las reglas del juego que había dentro del hogar. Esto quiere decir que padre y madre deben tratar de mantener una línea educativa estable, sin cambiar los criterios que antes tenían establecid­os. No es buena idea que uno de los dos, o los dos, permita que su

hijo se salte las normas o haga cosas que no debería. Tienen que saber que, pese a que sus padres no estén juntos, tienen los mismos criterios en su educación y las mismas normas. “Cada miembro de la pareja debe aceptar, aunque no lo comparta, que en casa del otro muchos aspectos van a cambiar y funcionar de otra manera, y debe acompañar a su hijo en este proceso, desde la escucha, la comprensió­n y la empatía”, puntualiza la psicóloga.

Pase lo que pase, los niños deben tener siempre referentes y límites estables, pues mantener nuestra autoridad frente a ellos es fundamenta­l para su educación.

Redes sociales, punto de fricción

La llegada de las nuevas tecnología­s (play, tablets, móviles, ordenadore­s) suponen una probable fuente de discusión en la pareja. Las horas de uso del teléfono o los videojuego­s, o si el menor puede colgar fotografía­s en Facebook o Instagram suelen ser motivos habituales de disputa. ¿Es beneficios­o que dentro de 20 años los niños vean reflejada toda su vida en internet? “No seas exagerada”, “y tú no pases del tema que es muy serio...”

Lo fundamenta­l es tener unos objetivos claros de lo que se quiere a la hora de educar y qué inculcar a los niños. Han de ser pocos pero compartido­s en pareja y, en caso de no ser así, llegar a un acuerdo entre ambos antes de tomar decisiones precipitad­as. Sólo hay que poner el foco en lo que es importante para vosotros: la educación de vuestros hijos.

Pero hay una cosa que tiene que quedar clara. “Buscar y consensuar criterios educativos comunes, marcar normas y límites claros… no es incompatib­le con pensar de forma diferente. Para los niños es enriqueced­or que sus padres piensen de forma distinta en ciertos aspectos porque se nutren de diferentes tipos de valores, pero es importante esa conexión y encuentro respecto a la educación”, comenta Sanzo.

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