Ser Padres

La subida de la leche

Cada bebé es diferente y cada mujer experiment­a la maternidad de una forma distinta, pero lo importante es amamantar al recién nacido cuanto antes. Te contamos el porqué y cómo facilitar el proceso.

- Por Vicky Baniokou

Cómo facilitar el proceso..

La leche materna contiene el equilibrio adecuado de nutrientes para ayudar a que el bebé crezca y se convierta en un niño fuerte y sano. Algunos de los nutrientes de la leche materna arman al niño con factores protectore­s contra algunas enfermedad­es e infeccione­s comunes, además, está comprobado que tiene muchos beneficios para la salud de la madre. Asegúrate de saber cómo dar lo máximo y disfrutar de esta experienci­a única.

¿Influye la manera de dar a luz?

Las mujeres que han tenido su bebé por cesárea, suelen tener una lactancia más tardía que las que lo han tenido con un parto vaginal. La asesora de lactancia, Montse Robles, asegura que “si inician la lactancia justo después del na- cimiento y de manera asidua, puede conseguir se en pocos días aumentar la cantidad, equiparánd­ose a una mujer con un parto vaginal”. Por tanto, no debería ser algo preocupant­e.

Las mujeres con buena salud deben intentar dar el pecho por lo menos seis meses

¿Hay un número de tomas fijo?

Según un estudio de la doctora Jacqueline Kent, el número de tomas puede variar muchísimo, ya que lo “normal” no existe. Sus investigac­iones realizadas exclusivam­ente con bebés alimentado­s al pecho y con edades comprendid­as entre uno y seis meses, mostraron que recibían entre 4 y 13 tomas al día. Este mismo estudio indicó que la cantidad de leche materna que produce una mamá aumenta muy rápido durante las primeras semanas, pero luego casi no cambia a medida que el bebé se haga mayor y empiece a comer alimentos sólidos.

En cuanto a la frecuencia, cada toma puede durar entre 12 minutos y una hora. Cada bebé tiene diferentes necesidade­s y la forma con la que toma el pecho y se alimenta también varía de uno a otro.

El bebé marca la duración

Es durante el primer mes cuando el bebé comenzará a alimentars­e de verdad y la capacidad de suministro de la madre aumentará para satisfacer las necesidade­s crecientes de su estómago, cada vez más grande. La leche materna contiene un componente conocido como “inhibidor de la lactancia por retroalime­ntación” (FIL), que ralentiza la producción de leche. Cuando el bebé vacía el pecho, se reduce la cantidad de FIL, de modo que las células productora­s de leche tienen libertad para producir más y cubrir la demanda. De esta manera, si tu pecho se drena con regularida­d, recibirá el mensaje de llenarse con más frecuencia. Y si tienes que alimentar gemelos o incluso trillizos, podrás producir la cantidad necesaria para alimentarl­os a todos. Si bien la madre reduce la toma de leche, este proceso funcionará a la inversa. Sorprenden­temente un bebé de cuatro semanas alimentado al pecho bebe la misma cantidad que uno de seis meses. Se alimentará con menos frecuencia pero ingerirá más leche en cada sesión, de forma más eficiente. Esto significa que usará la misma cantidad de energía diaria para mantener sus distintas fases de crecimient­o y desarrollo.

Por qué a veces es doloroso

Entre el segundo y el cuarto día del puerperio, los pechos comenzarán a producir un gran volumen de leche y la mayoría de las mujeres sentirán los pechos llenos y firmes. Entonces es cuando se puede hablar propiament­e de la “subida” de la leche.

Si la lactancia se empieza de forma temprana, frecuente y a demanda, la subida de leche suele ser suave. Ante todo si la madre sospecha que algo va mal debe de consultar con un profesiona­l de lactancia. Sin embargo, no hay que agobiarse ya que, salvo a casos excepciona­les, la lactancia surge de forma natural y si se experiment­a dolor en el proceso, suele ser por no haberse encontrado la postura adecuada, con la que tanto el bebé como la mamá se sentirán más cómodos.

Ayúdale a encontrar la postura

Las nuevas mamás deben permitir que el bebé establezca su propio patrón de lactancia. Muchos recién nacidos se alimentará­n de 10 a 15 minutos en cada pecho. Si el bebé desea amamantars­e durante un período mucho más largo, digamos 30 minutos o más en cada pecho, es posible que no esté obteniendo suficiente leche. La razón por la que esto pueda pasar es que el pequeño tenga dificultad a la hora agarrarse. La paciencia, el contacto piel con piel, la postura y el agarre mejoran la succión del bebé. Para mamar cómodament­e el bebé ha de estar pegado a la madre y encarado al pecho. Es importante cuando el bebé esté intentando agarrarse, dirigir el pezón hacia su paladar. De este modo, agarrará el pezón de la areola situada por debajo. Así podrá meterse en la boca el pezón e iniciar la lactancia con buen pie.

Por otra parte, es convenient­e que la mamá ofrezca el otro pecho al bebé una vez termine con el primero. Si el bebé lo acepta, se puede seguir con el proceso. Pero si no quiere, no hay que insistirle ni preocupase de que no es capaz de estimular la salida de la leche. Cuando empieza a tomarse largos descansos o pasa gran parte de la toma chupeteand­o, lo hace porque segurament­e está saciado.

El cambio que indica que todo evoluciona correctame­nte

Durante los primeros días inmediatam­ente posteriore­s al nacimiento de tu bebé, tu cuerpo fabricará calostro, una especie de anticipo de la leche o “leche de prueba” muy rica en nutrientes. Montse Robles insiste en que esos primeros días son muy importante­s y que no hay que saltar las tomas, aunque en ocasiones puedan surgir dificultad­es hasta encontrar la postura ideal o la manera con la que el bebé obtenga toda la toma. “El calostro tiene muchas propiedade­s protectora­s, ya que contiene sustancias antibacter­ianas y que estimulan el sistema inmunitari­o”, explica y añade que estas propiedade­s de carecen de las leches artificial­es para lactantes. Rico en sustancias para proteger al bebé contra las infeccione­s, es el líquido con todos los nutrientes que el recién nacido necesita. Los signos que marcan el paso de la etapa del calostro a la de la leche materna es su morfología. En algunas mujeres, el calostro es espeso y amarillent­o. En otras, es más líquido y acuoso. Este color se debe al hecho de que es más alto en estos factores de protección. Cuando llevas aproximada­mente tres o cuatro días amamantand­o a tu bebé con calostro, empezarás a notar tus senos más firmes y duros. Esta es la clave definitiva de que tu producción de leche está aumentando y de que está cambiando del calostro a la leche materna propiament­e dicha, que se parece más bien a la leche de vaca desnatada. Con el tiempo verás un aumento del apetito y la necesidad de líquidos por parte de tu bebé. Además, en los días siguientes al parto, de dos a cinco días después del nacimiento, la producción de calostro dará paso a un volumen mucho mayor de leche de transición. Es una señal de que todo va bien y que evoluciona a mejor. Es un indicio también de que el recién nacido se encuentra en condicione­s perfectas, a pesar de que quizás pierda un poco de peso. Es algo normal y consiste en la pérdida de líquido acumulado durante el embarazo. En unos días todo llegará a cuadrar y a tener sentido. Hagas lo que hagas, intenta no desanimart­e ni tirar la toalla demasiado pronto. Con un poco de paciencia y algo de práctica, la lactancia materna te resultará más fácil, tanto a ti como a tu bebé, durante las semanas que se avecinan. Y como dice el refrán... ¡la práctica hace al maestro!

El calostro contiene sustancias antibacter­ianas de las que carecen las leches artificial­es para lactantes

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