¿Por qué con mamá?
La principal figura de apego de un niño es su madre. Ella es con la que ha compartido su gestación y nacimiento, y desde un punto de vista biológico y evolutivo su figura es insustituible. La madre ejerce un papel esencial en las primeras etapas de desarrollo de un bebé, ella es quien le alimenta, quien le duerme, quien le protege, quien le besa y quien le cuida. Pero, ¿en qué se puede notar que ese maravilloso apego es exagerado y limitante?
Ansiedad ante la separación
Dormir en casa de los abuelos, salir de la habitación o entrar en el cole supone para el niño una tristeza desesperante que tiene más que ver con el miedo a la desaparición de la madre que con el deseo de estar con ella en cada instante.
Imposibilidad para crear otros lazos afectivos
Papá, un hermano, la cuidadora... Son personas importantísimas en su vida, pero nadie como mamá. Que se obstine en la presencia de la madre para todo es otra señal clara.
Inseguridad para crear otras relaciones
La desconfianza en sí mismo a la hora de hacer amigos o preferir estar con mamá antes de relacionarse con niños de su edad en un ambiente seguro donde mamá esté, puede ser un indicador de apego excesivo.