Ser Padres

No sabe decir ‘no’

¿Cómo explicarle la diferencia entre ser generoso y no dejar que se aprovechen de él? Aquí te damos las claves para conseguirl­o.

- Por Carmen Tejedor

Si lleva la bici al parque, se la presta a otros y tu hijo no monta. Lo pasa mal, puede verse cuando lagacha la cabeza, desvía la mirada, se retrae y su voz parece dudosa. Puedes haber observado este comportami­ento desde hace tiempo, pero haberlo achacado a la edad. La forma de actuar de tu niño o niña está directamen­te relacionad­a con una actitud pasiva. Por este motivo, habrá que enseñarle a ser asertiva. La asertivida­d es la habilidad para

decir lo que pensamos, sentimos y queremos de manera directa, honesta y adecuada. Es una forma de hacer valer nuestros derechos respetando los de los demás.

¿Es obligatori­o compartir?

Enseñar a compartir se ha convertido en una cierta obsesión. Un niño de tres años apenas tiene control sobre el mundo: la casa es de sus padres, los muebles y el coche también... Él no puede mandar sobre casi nada, porque casi nada es de su propiedad. Por eso es importante reconocer su autoridad sobre ese puñado de objetos (sus juguetes) que sí son solo suyos. Así, debería poder decidir si quiere prestar su balón o no. Este terreno no debería ser competenci­a de los adultos, ya que las insistente­s presiones podrían ser contraprod­ucentes.

Situacione­s concretas

Imagina que tu hijo está en el patio del colegio comiéndose un bollo durante el recreo cuando llega otro niño y se lo quita. Puede tener dos tipos de reacción: pasiva (se pone a llorar disgustada por quedarse sin su tentempié del recreo) o asertiva (sigue al niño y le pide que le devuelva el bollo). En el segundo supuesto le dirá al compañero que debería habérselo pedido antes y tal vez lo habría compartido.

Cómo ayudarle

Para facilitar el comportami­ento asertivo de tu pequeño debes crear situacione­s ficticias en las que se hagan pasar por amigos: “Imagínate que yo soy un niño que está en el parque, tú estás montando en tu bici tan ricamente y te la pido. A ti no te apetece dejármela, ¿qué me dirías?”. Al principio tú le servirás de guía.

Una vez que haya adquirido la soltura suficiente, se debe trasladar lo aprendido a la realidad. Por ejemplo, se puede organizar una merienda en casa para que surjan momentos de juego en los que tu hijo haga valer sus deseos. Si un amigo se quiere llevar algún juguete, podrá contestar con un “lo siento, pero no voy a dejar que te lo lleves a tu casa”. Y si le quieren quitar la videoconso­la, responder con un “cuando acabe la partida te la dejo”. Es importante reforzar, elogiar o premiar cualquier mínimo avance de tu niño.

Perfil de un niño “demasiado bueno”

- No defiende sus derechos.

- Espera a que los demás le den órdenes y le digan lo que tiene que hacer.

- A veces, se aprovechan de ella.

- Tiene pocos amigos, es solitaria y evita a los demás.

- Usa expresione­s como “lo que prefieras”, “como tú digas”.

- No mira directamen­te a los ojos.

- Tiene un tono de voz apagado cuando habla y se dirige a los demás.

Los líderes negativos

Los líderes negativos se asocian a un mal ambiente en casa. Cuando en el entorno familiar no se fomenta la independen­cia y se castiga mucho al niño, esa angustia o frustració­n

Ser asertivo es siempre la mejor solución y la que tiene menor coste emocional

que vive en el hogar la traslada al cole y se pone a castigar a otros. “A mí me frustran y tengo un padre autoritari­o y yo voy al colegio y lo que he aprendido lo aplico en el cole”, señala Teresa Muñoz. En realidad, la capacidad de liderazgo en sí misma es positiva. Es bueno que haya alguien que guíe y sea el modelo. La diferencia entre un niño líder positivo y otro negativo tiene mucho que ver con lo que vive en casa. Aprendemos por imitación. La forma en que un niño se adapta en la guardería y en el colegio se relaciona con cómo han sido los primeros vínculos en la vida: el vínculo familiar, con sus padres, sus hermanos, etc. Si estos vínculos han sido los correctos, la relación con otras personas será buena. Si por el contrario han sido negativos, se vinculará mal, ya sea agrediendo o aislándose

Favorecer la autoestima

Esta capacidad de influir tiene más que ver con actitudes temperamen­tales (nacieron así) que con estrategia­s aprendidas. De este modo, por un lado están los líderes naturales (es su carácter) y los líderes potenciale­s (quienes lo aprenden, ya que, por ejemplo, en el colegio se puede favorecer la autoestima y la confianza en uno mismo y esto influye a la hora de ser líder: siempre tiene más capacidad de liderazgo quien se siente más seguro de sí mismo). Cuando un niño utiliza su liderazgo para ridiculiza­r a un compañero, hay que examinar su entorno familiar. Para canalizar ese liderazgo hacia una actitud positiva se debe trabajar en tres frentes: en el colegio, en la familia y con los amigos. También debemos favorecer la empatía.

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