Todo se basa en el sentido común
Cuando los padres no somos capaces de llegar a acuerdos que nos permitan establecer unas pautas consensuadas en el estilo educativo familiar, nuestros hijos generarán roles diferentes con cada uno de nosotros en función de los intereses que les muevan en ese momento. “Si papá no me deja ver los dibujos de esos niños que dicen tonterías, aprovecharé para pedírselos a mamá cuando él no esté y no le diremos nada”. Esto hace que, en cierta manera, el niño tome el control y pese a que en un principio pueda parecer lo contrario, generará un sentimiento de inseguridad que tendrá repercusiones en los diferentes entornos sociales.
A su vez, es muy posible que estas diferencias de criterio provoquen que la pareja se distancie, especialmente si ambos hacen usos de estilos educativos opuestos, como lo son el autoritario y el permisivo.
Las principales dificultades con las que se encuentran los niños cuando los padres opinan distinto es la inseguridad por falta de normas claras y consensuadas, una falsa percepción de control al no contar con unos límites claros, que uno u otro progenitor no contempla que se respeten, el establecimiento de roles diferenciados con cada progenitor en función de sus intereses y, a largo plazo, sentimiento de culpabilidad por generar discrepancias entre sus padres.