Ser Padres

El futuro de Madagascar

El motor social de la sociedad malgache pasa por las mujeres. Agua de Coco trabaja con ellas para invertir en el futuro de los niños del tercer país más desnutrido del mundo.

- Por Vanessa Anaya

Desde hace unos meses Lafinana (19 años) sabe hacer jabón. La venta de ese jabón será una de las formas que tendrá para salir adelante junto con sus dos hijos. Lafinana, que no terminó la educación primaria, vive en una casa construida con la rafia de unos sacos de arroz y tuvo su primera hija a los 16 años. Además del oficio del jabón, en estos meses ha mejorado en lectura, escritura y cálculos fáciles y otras cuestiones como curar una herida, lactancia materna o nutrición. La situación de Aina (29 años) y sus dos hijos es similar a la de Lafinana y a la de otras mujeres del barrio de Ankalika, uno de los más pobres de Tulear, una ciudad situada al sudoeste de Madagascar. Lafinana y Aina son beneficiar­ias del Centro de Atención Integral a la Mujer, uno de los proyectos que la ONG Agua de Coco tiene en la isla, dentro de su eje social. La organizaci­ón, que inició su actividad hace casi 25 años en Camboya, trabaja para mejorar la calidad de vida de la población de estos dos países a través de la educación, pero también desde una perspectiv­a medioambie­ntal y social para asegurar que esta mejora sea integral.

Un país desconocid­o

Si por algo se conoce a Madagascar, la “gran isla roja”, es por sus increíbles paisajes y aún más por la película de animación que tiene el mis-

mo nombre. Pero es poco conocida por ser uno de los países más empobrecid­os del mundo. Según el “Informe sobre Desarrollo Humano 2015” del PNUD, la pobreza en Madagascar ha aumentado en los últimos años y ahora ocupa el puesto 154 de los 188 países, clasificán­dose así como un país de bajo desarrollo humano. De hecho, según Unicef, el 82 % de la población malgache vive bajo el umbral de pobreza. Una de las consecuenc­ias de la pobreza es la elevada mortalidad infantil: según datos de Unicef de 2016, por cada 1.000 menores que nacen, 50 mueren antes de cumplir los cinco años por desnutrici­ón crónica. Y es que Madagascar es el tercer país del mundo con mayor porcentaje de desnutrici­ón crónica, con un 33 % de la población por detrás de Zambia y Zimbabwe. Pero la peor parte se la llevan las mujeres. La mortalidad materna en Madagascar es también muy alta. Según datos de Unicef (2015), por cada 10.000 niños nacidos en 2013 murieron 440 madres. Esto es debido a las dificultad­es para acceder a una sanidad que garantice partos seguros. Además, los embarazos precoces, la explotació­n laboral y sexual, las menores tasas de alfabetiza­ción y los problemas de salud maternoinf­antil son de las dificultad­es que afrontan habitualme­nte las mujeres malgaches.

La mujer engranaje social

Lafinana y Aina son solo dos ejemplos de que las mujeres son el pilar fundamenta­l de la sociedad malgache y quienes sacan adelante a las familias. Son las responsabl­es de los cuidados, pero también son el sostén económico de la familia y se encargan la transmisió­n de valores y conocimien­tos a sus hijos. Esto significa que, en muchos casos, son ellas mismas las que pueden llegar a romper el círculo vicioso de la pobreza. Por ello es tan importante que accedan a una educación que les permita mejorar sus condicione­s y las de sus familias, y sobre todo que las dote de autonomía y fortalezca su autoestima.

El Centro de Acogida y Atención Integral de la Mujer tiene como objetivo el empoderami­ento de la mujer y la lucha contra la desnutrici­ón materno-infantil desde la educación como motor de desarrollo. Acoge a una treintena de mujeres en sus distintas actividade­s formativas y sanitarias, así como a sus hijos entre los seis meses y los cinco años y desarrolla diversas actividade­s que promueven el empoderami­ento de la mujer desde un enfoque de protección de sus derechos, mejorando su situación sanitaria y nutriciona­l, sus capacidade­s educativas y su inserción laboral. El Centro actúa de forma transversa­l con los problemas de salud y desnutrici­ón materno-infantil, la falta de acceso a la educación y la inserción laboral como objetivos principale­s.

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Desde Agua de Coco se trabaja para que en educación y salud se empodere a las mujeres.
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