Ser Padres

Cómo aumentan su felicidad.

La sonrisa de tu bebé es la mejor muestra de su felicidad. Gracias a ti, a tus atenciones y cuidados, estaréis cada vez más unidos y vuestros momentos juntos serán únicos.

- Por Carmen Ojeda

Alo largo del día, tu hijo necesita un montón de cuidados y atenciones: darle de comer, bañarle, mecerle, cambiarle el pañal... Cuando vivía en tu útero todas esas necesidade­s estaban cubiertas sin que tú te dieras cuenta, pero ahora que está en el mundo, depende de ti para todo y tú tienes la maravillos­a labor de hacerle sentir a gusto y feliz. Que nunca hayas cuidado un bebé, no importa. Todas las madres primerizas se han encontrado con esta situación y han salido adelante. Confía en tu intuición, un instinto animal que existe de manera poderosa en ti, e impregna todas tus atenciones con ese inmenso amor que sientes por tu pequeño. Así lograrás que se sienta querido, protegido, seguro y ... ¡feliz!

Dormir acurrucado

Tu bebé está acostumbra­do a vivir recogidito en el diminuto espacio de tu vientre, escuchando los latidos de tu corazón, tu voz a lo lejos y un montón de sonidos que hay dentro de ti. Así que todo lo que le recuerde a ello le reconforta­rá. Ésa es la razón de que se tranquilic­en cuando les meces o les abrazas contra tu pecho. Reproducir esa sensación es una meta a lograr en los primeros meses, por esos las cunas tipo moisés o las de colecho son un lugar único donde poder dejar que el bebé duerma acurrucado y muy cerca de ti. Es mejor que el espacio sea pequeño a que lo achiques poniendo peluches o arrullos que puedan caer sobre su carita y agobiarle o incluso asfixiarle.

La postura, en este sentido, es fundamenta­l. Como mejor está es boca arriba o de lado, nunca boca abajo, ya que incrementa el riesgo de muerte súbita.

Tampoco te pases abrigándol­e. Los bebés deben llevar una prenda más que nosotros porque un acaloramie­nto excesivo por su parte o la sudoración también pueden aumentar el riesgo de muerte súbita y, por supuesto, les impiden conciliar un sueño reparador. Tampoco te agobies porque necesite dormirse en brazos ni hagas caso a quien te diga que vas a malcriarle. Hasta los seis u ocho meses, no hay que instaurar en el niño rutinas de sueño, así que aprovéchat­e.

Comida... ¿a demanda?

Es muy sencillo, tanto si le crías al pecho o con biberón deja que él te diga cuándo quiere comer. A demanda, sí. En los dos o tres primeros meses necesita comer cada dos o tres horas pero, tranquila, a medida que su organismo vaya madurando y su estómago admita más

Confía en tu instinto e impregna todas tus atenciones con ese inmenso amor que sientes por él

cantidad y variedad de alimento las tomas se irán espaciando y tú podrás organizart­e mejor. Asume que al principio es muy cansado y duerme cuando él duerma, es parte del éxito de esta época.

No es aconsejabl­e ofrecerle el chupete hasta que la lactancia materna esté bien instaurada. Succionar la goma es más fácil que succionar el pezón y si se acostumbra demasiado pronto al chupete puede hacer que le cueste agarrarse bien al pecho. Deja que él marque los ritmos. No le despiertes para comer si no hace demasiado calor ni han pasado muchas horas. Está tan contento durmiendo. Si ves que tiene una forma de dormir “exagerada para su edad, consúltale al pediatra. De ese equilibrio perfecto entre los dos depende tu serenidad y su felicidad.

Piel suave

El momento de llenar su cuerpo, su carita y su culete de cremas y aceites es mágico. Estimula sus sentidos y le relaja. No lo dejes por nada del mundo. Aprovecha para cuidar bien el culete y los genitales para que no enrojezcan y le pueda provocar angustioso­s picores. Mantenlo siempre limpio y no les des crema protectora a no ser que lo necesite.

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