Embarazo
Suelo pélvico, eterno olvidado.
El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos situados en la parte inferior de la cavidad abdominal cuya función es sostener adecuadamente los órganos pélvicos (vejiga y uretra, útero y vagina; y recto) para su normal funcionamiento. Con el paso de los años, las mujeres van tomando cada vez más conciencia de que los cambios en su cuerpo están asociados a los cambios hormonales que experimentan a lo largo de su vida. Afortunadamente, muchos de ellos son tratados y mencionados sin el menor problema o pudor, pero otros, como el suelo pélvico, sigue siendo uno de los grandes olvidados, tema tabú por excelencia.
¿Algo natural?
A lo largo de las décadas, las mujeres han asociado la pérdida de fuerza y flexibilidad dentro de la pared vaginal a algo “natural” debido a la edad o los partos, pero afortunadamente, cada vez se trabaja más para combatir esa idea y concienciar a las mujeres de que tomando ciertas medidas pueden mejorar su calidad de vida. Un suelo pélvico dañado puede provocar atrofia, vaginismo, laxitud vaginal, prolapso de órganos pélvicos o dispareunia (dolores en las relaciones sexuales). En muchas ocasiones, el “trauma” físico asociado a los partos vaginales y la reducción de estrógenos asociados a la menopausia, son determinantes para el estado del suelo pélvico. Además, las disfunciones del suelo pélvico y del área genital pueden afectar de forma importante a la salud de la mujer, así como a sus relaciones sociales, personales y sexuales, provocando, en muchos casos, trastornos del estado de ánimo. Tanto es así, explica la doctora Zuramis Estrada, que “el 40% de la población general padece algún tipo de incontinencia urinaria”.
Tres etapas clave -Durante la juventud:
la hipertrofia de los labios vulvares y la incontinencia o las pequeñas pérdidas de orina durante la realización de ejercicios físicos (correr, crossfit, zumba, etc…), son algunos de los síntomas que pueden padecer las mujeres jóvenes que no han tenido partos vaginales o embarazos y que acuden a consulta preocupadas por su área genital.
-Durante el embarazo: aunque se trata de un proceso fisiológico, es importante hablar del embarazo y del parto como un factor de riesgo de la disfunción del suelo pélvico. Las cifras estadísticas nos muestran que un 39 % de las gestantes padecen incontinencia urinaria de esfuerzo, es decir, un tipo de incontinencia asociada a los aumentos de presión abdominal (tos, estornudo, salto, carrera, etc...), que resulta grave en un 80% de los casos. La proporción de incidencia de incontinencia urinaria en la población atribuible al parto vaginal es de un 49 %.
-Menopausia y postmenopausia: a diferencia de los calores y sofocos que se resuelven espontáneamente en el tiempo, los síntomas de atrofia (sequedad) que afectan a la vagina y el tracto urinario, son progresivos y requieren tratamiento. La prevalencia de sequedad aumenta a medida que avanza la menopausia y postmenopausia. Las disfunciones sexuales como dispareunia, deseo sexual hipoactivo e incluso anorgasmia, son más frecuentes durante esta etapa. Los síntomas urinarios que aparecen son incontinencia urinaria de urgencia y nocturna, disuria e infección postcoital. El tracto urogenital es muy sensible a la disminución de estrógenos que tiene lugar en esta etapa. Estos cambios objetivos y subjetivos en el tracto urogenital, están presentes en un 25-50 % de todas las mujeres post menopáusicas.