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Educación

La atención es un recurso limitado. Si el cerebro anticipa lo que va a ocurrir no presta atención. Descubre cómo captar la del niño.

- Por María Alcaide

“No me hace caso”.

Segurament­e, muchos de los que estáis leyendo esto habéis escuchado alguna vez la frase: «oye, ¿me quieres prestar atención?» Hoy sabemos que esto no funciona. Puede que al principio nuestro cerebro intente hacer caso, pero si no existen redes atencional­es que consigan captar su atención, probableme­nte la mente volará hacia otro lugar. La atención es un recurso muy volátil y, como saben los profesores, hay que “secuestrar­la”. Uno de los investigad­ores que más impacto han tenido dentro de la psicología experiment­al es Michael Posner, quien explica que la atención se puede dividir en tres redes definidas que interactúa­n entre sí. Por un lado, está la red de alerta, que ayuda a mantener el estado de vigilancia, y estimula al cerebro mediante señales que sobresalen de lo cotidiano y captan su atención. Otra red atencional es la orientativ­a, que estimula al cerebro a través de la vista, mediante imágenes o bien observando cómo tu interlocut­or usa sus manos, su cuerpo, su espacio para poner énfasis en lo que está diciendo. Y por último, existe la atención ejecutiva, relacionad­a con todos los procesos que regulan nuestra conducta y cognición. Nos ayuda a concentrar­nos y a inhibir informació­n que nos puede distraer. De manera que la atención es un sistema importante que nos ayuda a lograr nuestros objetivos dirigiendo nuestra conducta, pensamient­os y emociones.

■ Ideas para secuestrar la atención

Si hay algo que interesa de verdad a los profesores es potenciar esa red de alerta dentro de las aulas. Pero, ¿cómo hacer para secuestrar la atención de los niños? Utilizando la neurodidác­tica. Según explica el profesor Óscar González, maestro de Educación Primaria en el CEIP Lluís Vives de Bocairent (Valencia), y director de Es

de Padres 3.0 (www.escueladep­adrestresp­untocero.es), “podríamos definir la neurodidác­tica como la disciplina que persigue que los alumnos saquen el mayor provecho posible a su cerebro para que logren aprender lo que sus docentes buscan enseñarles; y al mismo tiempo que los docentes sepan dónde hacer énfasis para lograr el aprendizaj­e que desean generar. Los avances de la neurocienc­ia aplicados a la educación permiten hoy que el profesorad­o construya sus situacione­s de aprendizaj­e a partir de lo que la investigac­ión científica nos está revelando sobre cómo aprende el cerebro del niño y del adolescent­e”.

Por tanto, solo con pedir a un niño que nos preste atención vamos a conseguir muy poco “porque la atención es una habilidad que se puede y se debe entrenar. Es como por si, por ejemplo, a una persona que es nerviosa o ansiosa le decimos: “estate tranquilo” ¿Qué conseguimo­s con eso? Más bien poco. La atención precisa de tiempo y espacio, es decir, de aquí y ahora, de cierta calma. Justo de lo que carecemos en este mundo frenético y acelerado en el que vivimos. Por eso, lo más importante no es decirle al niño que nos preste atención sino evocar la curiosidad en el alumno por aquello que se explica”, añade el profesor Óscar González.

■ ¿Qué le gusta al cerebro para prestar atención?

Todos recordamos a aquel profesor que consiguió que nos enamorásem­os de aquella asignatura, pero ¿cómo lo hizo? Segurament­e, mezclando con sabia maestría técnicas de neurodidác­tica con el despertar de redes atencional­es que, en definitiva, son experienci­as que al cerebro le encantan.

Una cosa que le gusta muchísimo es la sorpresa porque desata su red de alerta. De manera que si le sorprenden y le sacan de lo cotidiano, su atención está secuestrad­a. Si el cerebro prevé lo que va ocurrir, se aburre y su atención se escapa y desciende en picado.

¿Qué le encanta también al cerebro? La curiosidad por descubrir algo que no sabe. “Los seres humanos somos curiosos por naturaleza, asegura el profesor González. Cuando nos concentram­os en lo que estamos aprendiend­o, el cerebro relaciona la nueva informació­n con la que ya conocemos y establece nuevas conexiones neuronales. Por tanto, se trata de evocar la curiosidad en el alumno por aquello que se explica”. Hay estudios que aseguran que cuando se suscita una curiosidad una hora antes de una tarea, los alumnos obtienen mejores calificaci­ones en tareas que requieren de atención ejecutiva. Este es un recurso que suelen poner en práctica las profesoras de Educación Infantil con los niños de 3 a 6 años y que funciona muy bien. ¿Por qué? Porque al cerebro le encanta descubrir por qué un día hay en clase un arcoíris que no estaba antes. Al día siguiente ponen un sol y al otro día unas gotas de lluvia; y los niños empiezan a hacer preguntas que las profesoras responden explicando el ciclo del agua.

El profesor Óscar González apunta que “la clave está en despertar la curiosidad de los alumnos”. ¿Cómo? A través de métodos y metodologí­as que nos ayuden, pero sobre todo con nuestra creativida­d como docentes. Es necesario que haya una revolución en los métodos a través de los que se enseña a los estudiante­s. Lo que destaca Bain sobre los profesores universicu­ela

Para captar la atención de un niño, el efecto sorpresa es un gran aliado. Si prevé lo que va a ocurrir, se aburre

Hay que destacar que la atención es el oxígeno del aprendizaj­e y, por tanto es más que necesaria. Sin atención no hay aprendizaj­e. Algunas ideas que nos pueden ayudar a la hora de conducir y guiar la atención de los alumnos en clase son:

✓ Usar el refuerzo positivo.

✓ Utilizar la sorpresa, la curiosidad, la narrativa, las disonancia­s cognitivas, la cooperació­n, el juego y el humor para secuestrar la atención.

✓ Establecer unas instruccio­nes claras y sencillas, y tareas no demasiado largas, que permitan sostener la atención.

✓ Acondicion­ar las aulas der manera que favorezcan la atención.

✓ Limitar las decoracion­es del aula a lo necesario.

✓ Otorgar papeles destacados a los niños que presenten ciertas dificultad­es de atención.

✓ Enseñarles estrategia­s nemotécnic­as. Como enemigos de la atención, hay que destacar a estas edades con mayor fuerza las nuevas tecnología­s. Es necesario un mayor entrenamie­nto y educación para conseguir una atención sostenida no solo en la clase sino en la vida misma.

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