Escuela de Padres
Padres helicóptero, mamás tigres o papás aspiradora. ¿Cómo podemos evitar sobreproteger a nuestros hijos?
Cuidado con la sobreprotección.
Si le concedes todos sus caprichos y deseos para evitar sus rabietas, antes de lo que crees hará de ti lo que quiera. Pero puedes evitar que sea un adolescente tirano si sigues unas pautas cuando es pequeño.
■ No le sobreprotejas
Podríamos decir que es el mal que padece la mayoría de los padres actualmente. Proteger en exceso a tu hijo le hará más débil y provocará que, ante cualquier adversidad, se enfade enseguida y reclame tu ayuda para que le soluciones el problema. Y si no lo haces, reaccionará con violencia. Con la sobreprotección mientes a tu hijo. Le haces vivir en un mundo tan irreal que cuando crece no sabe defenderse. Si no le salen las cosas bien te responsabilizará a ti. Será incapaz de solucionar sus problemas y tendrá más miedo e inseguridades. El hiperparentismo es un fenómeno cada vez más común y que nos da una idea de cómo se está abordando la educación de nuestros menores en el siglo XXI. Muchas de las actitudes rebeldes o intransigentes apreciadas hoy en adolescentes tienen su reflejo en una infancia sobreprotegida, en la que los papás y mamás modernos se han sentido culpables por no prestarles suficiente atención, por pasar demasiado tiempo trabajando o no conseguir siempre lo mejor para ellos. Continuos remordimientos de conciencia que vuelcan sobre los niños con una dosis extra de atención y protección, poco recomendada para su crecimiento y normal desarrollo.
■ Atrévete a decirle ‘no’
Los niños están siempre buscando los límites. Cuando son rebeldes (ya sean niños o adolescentes), lo están pasando mal porque tienen un grado de insatisfacción e inseguridad brutales. En realidad, sus actos violentos o soberbios son
llamadas de atención para que les pongas límites: “¿Hasta dónde puedo llegar, mamá, papá?”, “¿qué más tengo que hacer para que me digáis ¡no!?”. Los niños nos retan todo el tiempo porque, desde que nacen, intentan averiguar dónde están sus márgenes, esa frontera que no pueden traspasar. Es normal que no accedan siempre a nuestros requerimientos a la primera, pero tenemos que ser pacientes e insistir. Debemos tener muy claro que nosotros, los padres, somos la autoridad y que ellos deben cumplir nuestras normas.
■ Con diálogo y cariño
Que haya que establecer unas reglas en casa no significa que haya que ordenarlas a gritos para que nuestros hijos las cumplan. Es importante evitar el conflicto dentro de casa y mantener en todo momento un ambiente positivo y respetuoso. Unos padres seguros de sí mismos y de sus normas raramente alzarán.
■ Padre y madre unidos
La pareja tiene que estar de acuerdo en todo lo relativo a la educación de los hijos. Incluso aunque los padres estén separados, no pueden desautorizar las decisiones de uno u otro si éstas implican ponerles límites y establecer normas. Algunos padres creen erróneamente que sus hijos les van a querer más porque les permiten cosas que su pareja les prohíbe. En realidad, en estos casos, lo que están haciendo los niños es reírse de ellos. Hemos convertido la educación en comodidad. Los padres no tenemos derechos, tenemos responsabilidades.
■ De hiperparentismo a hiponiños
El filósofo y pedagogo español Gregorio Luri califica esta búsqueda incesante de la felicidad de los hijos por parte de los padres como un grave error. Afirma que “la vida es compleja, con incertidumbres y bastante azar” y critica que “se les oculte esta realidad a los niños con el fin de procurarles un tipo de felicidad que luego se vuelve en su contra”.
Este tipo de crianza da como resultado niños con poca tolerancia a la frustración y al fracaso, “tan necesaria en la vida real”, según el psicólogo infantil Luis de Herrán. En este sentido, Eva Millet, autora del libro Hiperniños, ¿hijos perfectos o hipohijos, asegura que “los hiperniños son el producto de una hiperpaternidad a la hora de criar y educar a nuestros pequeños, se les da todo, se les protege y se les indica lo que deben ser, lo que les convierte en hiponiños, pequeños que no saben defenderse ni ser autónomos”.
La sobreprotección de los padres de hoy día puede tener consecuencias negativas en el desarrollo normal de los hijos