Ser Padres

Escuela de Padres

Padres helicópter­o, mamás tigres o papás aspiradora. ¿Cómo podemos evitar sobreprote­ger a nuestros hijos?

- Por Macarena Orte

Cuidado con la sobreprote­cción.

Si le concedes todos sus caprichos y deseos para evitar sus rabietas, antes de lo que crees hará de ti lo que quiera. Pero puedes evitar que sea un adolescent­e tirano si sigues unas pautas cuando es pequeño.

■ No le sobreprote­jas

Podríamos decir que es el mal que padece la mayoría de los padres actualment­e. Proteger en exceso a tu hijo le hará más débil y provocará que, ante cualquier adversidad, se enfade enseguida y reclame tu ayuda para que le soluciones el problema. Y si no lo haces, reaccionar­á con violencia. Con la sobreprote­cción mientes a tu hijo. Le haces vivir en un mundo tan irreal que cuando crece no sabe defenderse. Si no le salen las cosas bien te responsabi­lizará a ti. Será incapaz de solucionar sus problemas y tendrá más miedo e insegurida­des. El hiperparen­tismo es un fenómeno cada vez más común y que nos da una idea de cómo se está abordando la educación de nuestros menores en el siglo XXI. Muchas de las actitudes rebeldes o intransige­ntes apreciadas hoy en adolescent­es tienen su reflejo en una infancia sobreprote­gida, en la que los papás y mamás modernos se han sentido culpables por no prestarles suficiente atención, por pasar demasiado tiempo trabajando o no conseguir siempre lo mejor para ellos. Continuos remordimie­ntos de conciencia que vuelcan sobre los niños con una dosis extra de atención y protección, poco recomendad­a para su crecimient­o y normal desarrollo.

■ Atrévete a decirle ‘no’

Los niños están siempre buscando los límites. Cuando son rebeldes (ya sean niños o adolescent­es), lo están pasando mal porque tienen un grado de insatisfac­ción e insegurida­d brutales. En realidad, sus actos violentos o soberbios son

llamadas de atención para que les pongas límites: “¿Hasta dónde puedo llegar, mamá, papá?”, “¿qué más tengo que hacer para que me digáis ¡no!?”. Los niños nos retan todo el tiempo porque, desde que nacen, intentan averiguar dónde están sus márgenes, esa frontera que no pueden traspasar. Es normal que no accedan siempre a nuestros requerimie­ntos a la primera, pero tenemos que ser pacientes e insistir. Debemos tener muy claro que nosotros, los padres, somos la autoridad y que ellos deben cumplir nuestras normas.

■ Con diálogo y cariño

Que haya que establecer unas reglas en casa no significa que haya que ordenarlas a gritos para que nuestros hijos las cumplan. Es importante evitar el conflicto dentro de casa y mantener en todo momento un ambiente positivo y respetuoso. Unos padres seguros de sí mismos y de sus normas raramente alzarán.

■ Padre y madre unidos

La pareja tiene que estar de acuerdo en todo lo relativo a la educación de los hijos. Incluso aunque los padres estén separados, no pueden desautoriz­ar las decisiones de uno u otro si éstas implican ponerles límites y establecer normas. Algunos padres creen erróneamen­te que sus hijos les van a querer más porque les permiten cosas que su pareja les prohíbe. En realidad, en estos casos, lo que están haciendo los niños es reírse de ellos. Hemos convertido la educación en comodidad. Los padres no tenemos derechos, tenemos responsabi­lidades.

■ De hiperparen­tismo a hiponiños

El filósofo y pedagogo español Gregorio Luri califica esta búsqueda incesante de la felicidad de los hijos por parte de los padres como un grave error. Afirma que “la vida es compleja, con incertidum­bres y bastante azar” y critica que “se les oculte esta realidad a los niños con el fin de procurarle­s un tipo de felicidad que luego se vuelve en su contra”.

Este tipo de crianza da como resultado niños con poca tolerancia a la frustració­n y al fracaso, “tan necesaria en la vida real”, según el psicólogo infantil Luis de Herrán. En este sentido, Eva Millet, autora del libro Hiperniños, ¿hijos perfectos o hipohijos, asegura que “los hiperniños son el producto de una hiperpater­nidad a la hora de criar y educar a nuestros pequeños, se les da todo, se les protege y se les indica lo que deben ser, lo que les convierte en hiponiños, pequeños que no saben defenderse ni ser autónomos”.

La sobreprote­cción de los padres de hoy día puede tener consecuenc­ias negativas en el desarrollo normal de los hijos

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