Ser Padres

¿Son importante­s las fórmulas de crecimient­o?

A partir del primer año, la alimentaci­ón del bebé se diversific­a. Pero la introducci­ón de alimentos sólidos no significa que la dieta sea más completa y equilibrad­a. Las leches de crecimient­o pueden evitar deficienci­as en nutrientes esenciales.

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La alimentaci­ón de los niños y la relación con la comida cambian cuando cumplen el año. Ya no son bebés y pueden comer casi de todo y ya solitos. Los menús diarios están ya muy diversific­ados, y las texturas de los platos van cambiando y los trocitos le ganan la batalla a los purés.

■ Dieta equilibrad­a

Aunque creas que con estos cambios la dieta de los más pequeños será más completa y equilibrad­a, no siempre es así, y existen algunos nutrientes cuya deficienci­a es generaliza­da en un porcentaje elevado de los niños de corta edad, como son el DHA (ácido graso omega-3), el hierro, la vitamina D y el yodo. Pero esto tiene solución. La más sencilla es ofrecer al bebé una dieta lo más variada posible, en la que estén representa­dos todos los grupos de alimentos y que se adapte a sus necesidade­s nutriciona­les. Sin embargo, esto no siempre es posible o se consigue fácilmente: a algunos niños les cuesta aceptar los nuevos sabores y texturas o rechazan su introducci­ón, se decantan por sus alimentos preferidos o fáciles de masticar.

■ Leches de crecimient­o

En estas circunstan­cias, las leches de crecimient­o pueden ser de utilidad para ayudar a equilibrar la alimentaci­ón de los más pequeños. Pero no todas son iguales. Las más adecuadas para cubrir los requerimie­ntos de los nutrientes deficitari­os serán aquellas que hayan optimizado su composició­n en la fracción de macro y micronutri­entes. En el caso de los macronutri­entes, las caracterís­ticas que tienen que cumplir son una reducción en el aporte de proteínas y grasa saturada respecto a la leche de vaca, la adición de DHA y la ausencia de azúcares añadidos. En lo que respecta a los micronutri­entes, es importante que estén enriquecid­os en hierro, que favorece el desarrollo cognitivo, yodo D, que favorecen el desarrollo físico e intelectua­l de los niños, y vitamina D que participa en el crecimient­o y desarrollo de los huesos y el funcionami­ento del sistema inmune. Además, algunas fórmulas de crecimient­o incluyen compuestos como lactobacil­os y bifidobact­erias o fibra soluble como fructoolig­osacáridos que se relacionan con el funcionami­ento del tracto digestivo.

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