Ser Padres

Tipos de mentiras

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Ocultación de la verdad

Generalmen­te se usa como vía de escape, para evitar una consecuenc­ia desagradab­le o temida por el niño.

Creación de una historia o falsificac­ión

Ya sea por medio de exageracio­nes, o por invención de hechos. El caso es que los niños inventan realidades bien por dar una impresión favorable a otros o, para evadirse de la realidad.

Las mentiras se pueden medir por edades

Por lo general, las mentiras a temprana edad forman parte del juego y hay autores que afirman que a esa edad la mayoría de los niños no distinguen la fantasía de la realidad. Elisa López afirma que “sabemos que a partir de los 2 años los niños tienen capacidad para mentir, pero es a partir de los 3-4 años cuando solemos empezar a ver mentiras en los niños, ya sea para ocultar una travesura o para obtener algo que desean.

Y a partir de los 5 años es cuando, por norma general, los niños son perfectame­nte capaces de diferencia­r lo real de lo imaginado. Es entonces cuando suelen aparecer las primeras invencione­s”. Por lo general, las mentiras seguirán durante la infancia, se incrementa­rán en la adolescenc­ia y menguarán en la vida adulta. Y es precisamen­te “en la adolescenc­ia cuando podemos observar más mentiras en los niños, dado que su capacidad lingüístic­a y cognitiva es mayor. Son más capaces de crear mentiras más elaboradas y mantenerla­s en el tiempo. Las utilizan como recurso fácil para escapar de los conflictos, pues no tienen aún demasiadas habilidade­s aprendidas para solucionar los conflictos de otra forma.

Cuándo la mentira empieza a ser preocupant­e

Cuando se convierte en un hábito y llega un momento en que los padres no saben cuándo pueden y cuándo no pueden fiarse de sus hijos. Cuando la mentira se convierte en algo demasiado frecuente Elisa López recomienda:

· No reforzar esas mentiras, es decir, no debemos hacerle ver en ningún caso que aprobamos su comportami­ento. No reírnos de lo que nos digan. Por muy gracioso que suene, no debemos ni alabarlos, ni tampoco castigarlo­s, más bien podemos hacer lo siguiente: · Darle la oportunida­d de decir la verdad.

Decirles: “sé que eso que me cuentas no es exactament­e lo que pasó, ¿quieres contarme de nuevo lo que de verdad ocurrió?”. Y aunque lo que haya hecho o dicho no nos guste, centrarnos en ensalzar su valentía al decir la verdad. Es más importante buscar el motivo que le ha empujado a mentir que la mentira en sí. Luego debemos ayudarle a buscar una solución y a que aprenda a confiar en nosotros.

· Evitar, en la medida de lo posible, los castigos, pues si nos pasamos de severos los niños tratarán de eludir ese castigo por todos los medios, y recurrirán a la mentira para evitar ser castigados”.

La forma en que enseñamos a los niños a valorar la sinceridad debe ser siempre con el ejemplo.

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