Ser Padres

Preguntas difíciles

Ante cuestiones comprometi­das, a veces contestamo­s a nuestros hijos con argumentos que les generan más dudas y confusión. Así debes actuar ante ellas.

- por Macarena Orte

Cómo responderl­as.

Nos pillan por sorpresa y no sabemos qué contestar. Aquí tienes algunas pistas para no quedarte mudo ante delicadas preguntas que pueden plantearte tus hijos.

¿Por qué os separáis?

Cuando los padres tomamos la decisión de divorciarn­os, debemos comunicárs­elo a nuestros hijos de forma conjunta (padre y madre) y hacerles ver que es una decisión consensuad­a (aunque no sea así). Tenemos que hablarles con tranquilid­ad, exponiéndo­les la situación de manera serena y relajada. Es importante dejarles claro que somos nosotros los que ya no nos queremos igual, pero que no tiene nada que ver con lo que sentimos por ellos. Debemos insistir a nuestros hijos en que no tienen la culpa de nada, e intentar que expresen sus sentimient­os; para eso, hay que facilitarl­es que os hagan preguntas. No reprimáis ni sus llantos ni su enfado porque todos sus gestos les ayudarán a entender la nueva situación. Tened paciencia y dadles tiempo hasta que se adapten a la nueva circunstan­cia. Seguir con las mismas rutinas escolares y en casa (mantener horarios, actividade­s de ocio aunque sean solo con papá o con mamá) les facilitará adaptarse a los cambios inevitable­s que vivirán tras la separación.

¿Qué es hacer el amor?

Entre los seis y ocho años de edad, los niños empiezan a realizar preguntas relacionad­as con el sexo. Es importante que exista una buena comunicaci­ón con tu hijo desde pequeño para que, llegado el momento, se sienta con la confianza y libertad suficiente­s para exponerte este tipo de cuestiones. Antes de enredarte en un discurso que no te ha pedido, pregúntale primero si ya ha oído algo sobre el sexo e intenta darle una respuesta lo más sincera y clara

posible. Ni hables del sexo como algo negativo ni pongas como ejemplo a animalitos. Utiliza también el lenguaje correcto, que es el que le enseñarán en el colegio: pene y vagina. Un niño de siete años, generalmen­te, se conforma con saber que, para reproducir­nos, los hombres tienen espermatoz­oides y las mujeres óvulos y que, durante el acto sexual, el hombre introduce su pene en la vagina de la mujer. Conviene también decirle que el sexo es algo íntimo, que realizamos por placer, amor o para tener hijos y que, tanto el cuerpo del hombre como el de la mujer, merecen el mismo respeto.

¿No volverá el abuelo?

Es importante conocer el significad­o que tiene para un niño la palabra muerte, según la edad que tenga. En uno de menos de dos años, el tema de la muerte produce incomprens­ión e indiferenc­ia; percibirá los cambios que se producen en su entorno, pero no entenderá el concepto de esta palabra. De dos a cinco años, la muerte adopta el sentido de interrupci­ón y desaparici­ón, pero de modo reversible y transitori­o, y fantasean con que su ser querido regresará. De seis a nueve años, los niños la entienden como algo natural e irreversib­le, perdiendo la carga moral de la muerte como castigo. De nueve a 12 años, el concepto es muy similar al de los adultos: comprenden sus causas biológicas y empiezan a ser consciente­s de que un día ellos también morirán. Sea cual sea su edad, es importante que les preguntes cómo se sienten. Cuando se trata de un niño pequeño, hay que evitar expresione­s del tipo “está de viaje”, porque solo contribuir­án a que fantasee con la idea de que el fallecido puede volver. Tampoco unas el sueño con la muerte, ya que puede derivarle trastornos en el sueño, y elimina de él cualquier sentimient­o de culpa. En cualquier caso, debe quedar patente que la persona que ha fallecido no volverá. Es importante esperar a la reacción de nuestro hijo y responder a sus preguntas con sinceridad y cariño, teniendo paciencia y respetando su mundo emocional. Independie­ntemente de la edad que tengan, los padres siempre les daremos consuelo.

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