“No quiere separarse de mí”
¿A tu hijo le da terror quedarse con otras personas aunque sean familiares y en casa? Te damos las claves para que lo lleve mejor.
En torno al año y hasta los tres, los niños sufren mucho cuando tienen que despedirse de sus padres, lloran y protestan porque desconocen cuándo volverán. Cuando el pequeño no tiene la costumbre de separarse de ellos es normal que experimente ansiedad cada vez que intuye una marcha.
Por otra parte, entre los 7 y 9 años se incorpora el significado del concepto “siempre-nunca” y con él los niños entienden que la muerte no tiene vuelta atrás. Ahora, es normal que te pregunten si vas a llegar a ser viejo, se preocupen si tienes que hacer un viaje o les asalten pesadillas de noche.
La sobreprotección
Con un poco de tiempo y paciencia, los niños descubren que sus miedos no tienen fundamento. Para no alimentarlos, debemos permitirles que vivan experiencias como dejarles pasar ratos con amigos en sus casas, ir de excursión o marcharnos nosotros de fin de semana. A veces, queriendo protegerles de la ansiedad que esta etapa les provoca, los padres evitan las experiencias que permiten precisamente que superen estos miedos. Es en estos casos cuando aparecen en el niño comportamientos como no querer permanecer solo ni un minuto porque eso le genera angustia, reclamar a los padres todo el día o despertarse por la noche y acudir a la cama de sus progenitores con pesadillas en las que estos se morían o tenían un accidente.
Cómo actuar
Siéntate con él y escucha y contesta sus dudas sobre lo que le preocupa.
Establece pequeños espacios de tiempo en los que vayas a hacer recados, sin móvil, mientras tu hijo permanece en casa con alguien allegado. Es importante darle una responsabilidad, tarea o juego mientras estás ausente para que le distraiga de su sensación de angustia. Poco a poco, amplía el tiempo que pasas fuera de casa hasta conseguir que puedas salir a comer o a cenar mientras él se queda al cuidado de una canguro. En esta velada pacta dos llamadas para hablar con el niño, una a mitad de la cena y la otra, antes de volver a casa. Aclara siempre a tu hijo antes de salir por la puerta que papá y mamá siempre regresan. Nunca te vayas a hurtadillas aprovechando un momento en el que el pequeño está distraído. Le generará más ansiedad y perderá la confianza en ti.