Él comerá bien… si tú lo haces
Los padres son un referente al que siguen los hijos. También cuando comen. Nuestro desorden alimentario u obsesión por el físico determinarán su relación con la dieta en el futuro.
Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que les decimos. En el caso de su alimentación, esta máxima cobra más sentido si cabe. Por ello, es importante que nos sentemos todos juntos a la mesa y comamos el mismo menú basado en la dieta mediterránea (legumbres, pescado, carne, fruta, verdura, cereales integrales, aceite de oliva virgen extra, frutos secos y semillas).
De bebé a niño
Cuando nuestros hijos son pequeños, la mayoría de nosotros podemos presumir de darles una correcta alimentación. El pediatra nos marca unas pautas (medio litro de leche al día, papilla de frutas de merienda, verdura a diario, etc.), que muy pocos padres se saltan. Los problemas surgen cuando empiezan a comer como adultos y aparecen los malos hábitos.
Rutinas
Es fundamental que cuando ya se sienten a la mesa comamos todos juntos, a una misma hora y un mismo menú. No solo para que adquieran buenos hábitos desde pequeños sino para que aprendan a comer de todo. “Si una familia consume verdura, es muy probable que a sus hijos también les guste, hasta que lleguen al cole y observen que a los otros niños no les hace tanta gracia”, explica la doctora Marta Ramón, jefa de servicio de Endocrinología del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. En muchas ocasiones, detrás de un niño que come mal se esconden problemas de disciplina. Nos cuesta hacer de padres, decirles no a las chucherías y obligarles a comer más frutas y verduras. Pero mantenerse firme en su alimentación cuando son pequeños es lo que hará que continúen con buenas costumbres en épocas más complejas como la adolescencia.
Por otra parte, una madre que se preocupa en exceso por su físico influirá negativamente en que su hija (o su hijo) padezca en la adolescencia un desorden alimentario. Unos padres que abusan del consumo de bebidas con azúcares (no solo carbonatadas sino también de zumos envasados) y se las ofrecen a sus hijos estarán aumentando las probabilidades de que sean obesos. Lo mismo ocurrirá si nos ven consumir alcohol, les parecerá normal el hábito.
¿Terminar el plato?
Es importante enseñarles a comer de todo pero no es recomendable obligarles a que se terminen todo el plato. Para que el niño pueda desarrollar adecuadamente el mecanismo de autocontrol y de saciedad debemos respetar su decisión de no querer más cuando se encuentra lleno. Esto no debe confundirse con el capricho de algunos niños. Si están llenos para el pescado, también lo estarán para una chuche.