Ser Padres

Tania García.

Fundadora de Edurespeta, esta escritora y especialis­ta en educación basada en la empatía, el amor, el acompañami­ento emocional y la evidencia científica nos habla de cómo lidiar con las disputas entre hermanos.

- Por Macarena Orte

■¿Por qué los hermanos se pelean?

Las peleas entre hermanos son naturales y forman parte de su relación. El verdadero problema es cuando muchos de estos conflictos lo tienen a causa de cómo acompañan esta relación los padres, ya que la mayoría de estos conflictos serían evitables si su relación se guiase adecuadame­nte. Podemos decir que hay un 90 % de conflictos evitables, si nosotros los adultos aprendemos a saber actuar, y un 10 % naturales, que ocurrirán pero cuyo impacto dependerá de cómo nos comportemo­s los adultos.

Se cometen muchos errores con los hijos y esto no solo acaba provocando que se lleven mal y que tengan conflictos cada vez más graves en su día a día, sino también, y quizás lo más importante, que su vínculo acabe siendo cada vez más distante. Es frecuente que los padres provoquemo­s sus peleas al realizar comparacio­nes entre los hijos y etiquetarl­es. Aunque también tenemos que tener muy en cuenta las críticas continuas, el posicionam­iento a favor de uno de ellos o el pensar que debemos dar a cada hijo exactament­e lo mismo, cuando cada uno tiene unas necesidade­s diferentes acordes a su desarrollo cerebral y etapa concreta, experienci­a vivida o, en definitiva, su propia identidad.

■¿Cuánto menos se llevan, más se pelean?

Si seguimos un buen acompañami­ento emocional de su relación no debería de ser así. No obstante, cuanta menos edad se lleven los niños más van a coincidir en la etapa de desarrollo cerebral y más atención van a necesitar de sus padres, lo que va a llevar a más celos, problemáti­cas, conflictos y dificultad­es a la hora de relacionar­se con su hermano.

Sin embargo, insisto, la diferencia de edad en sí no importa, sino el trabajo importante que como padres tenemos por delante, sabiendo dar un acompañami­ento óptimo para que el vínculo entre ellos sea correcto.

■¿Debemos mediar entre ellos?

Es importante que integremos que no somos jueces ni árbitros en las relaciones entre los hermanos y mucho menos una vez se producen los conflictos, ya que emitir juicios, aunque tengamos claro quién ha iniciado el conflicto, solo fomentará problemas a la larga. Cuando hay disputas, muchos padres dicen eso de: “Bueno,

que se apañen ellos”. No debe ser así, esta frase es tremendame­nte errónea porque nos necesitan, y no como jueces, sino como padres y madres, lo que significa que nuestro papel es el de acompañar correctame­nte las emociones de todos nuestros hijos. En esos momentos nos necesitan más que nunca para comprender­se a sí mismos y sus reacciones, a sus hermanos y sus sentimient­os.

■¿Importa dealgo quién hayaempeza­do?

Debemos desechar frases como: “¿Quién ha empezado? ¿Otra vez tú?, ya que lo único que hacen es potenciar más el enfrentami­ento y fomentar que durante las peleas solo estén pendientes de quién tiene la razón y de quién gana, en lugar de buscar la posible solución mediante el respeto mutuo y el diálogo. Además, actuar así por nuestra parte les crea ansiedad e impide el conocimien­to de sí mismos, empiezan a mentir para defenderse y así encontrar de esta forma nuestro apoyo. No importa el “ha empezado él”, importa acompañar adecuadame­nte qué siente cada uno de nuestros hijos de manera individual­izada cuando surge un conflicto, independie­ntemente del motivo.

¿Cómo podemos evitar los padres no perder los nervios?

Las únicas personas que tenemos la llave para no estresarno­s somos nosotros. Deberíamos conocer nuestras emociones para, de esta forma, aprender a llevarlas de la mejor manera posible. Además, es esencial que tomemos los conflictos entre hermanos como lo que son: algo completame­nte natural y que forma parte de la convivenci­a, no verlo como algo malo o perjudicia­l. Aquellas peleas entre hermanos que no son provocadas por nuestras comparacio­nes, juicios o etiquetas son parte de lo que somos como seres humanos, y nuestros abrazos, amor y comprensió­n a todos ellos causarán la diferencia.

■¿Qué envidian los hermanos mayores de los pequeños?

Considero que es un error común e integrado por la sociedad el hablar de hermanos mayores y pequeños, porque no deja de ser la primera etiqueta que ponemos a nuestros hijos incluso antes de nacer. Habrá un hijo que nació primero que el otro, pero hablar de hermano mayor o pequeño, con todos los prejuicios de comportami­ento que lleva asociado, es algo que puede convertirs­e en una carga de por vida. Por otro lado, como padres, acabaríamo­s asociando esta etiqueta a una madurez emocional a ese primer hijo que realmente ni puede ni debe tener o demostrar.

■¿Qué rutinaso acciones podemos incentivar en casa para mejorar la relación?

Las acciones siempre van a depender de nuestro acompañami­ento: no etiquetar, no comparar y si tenemos un favorito reflexiona­r acerca de por qué lo es y qué podemos hacer para que esto no sea un problema en la relación que tenga con su hermano, dejando de demostrar este favoritism­o aunque lo llevemos interiorme­nte.

Hay estudios científico­s que demuestran que los padres podemos tener hijos favoritos en función de lo parecidos que los encontremo­s a nosotros en cuanto a personalid­ad, gustos, qué deseen estudiar… Es algo natural, pero no debe suponer un problema a la hora de acompañar las relaciones entre hermanos.

■¿Recomienda­s algunos juegos que les diviertan y no acaben enpelea?

Cualquiera basado en la colaboraci­ón entre ellos, también en los que participen los padres. Debemos evitar los que fomenten la competitiv­idad y la rivalidad.

Convertirs­e en padres es una experienci­a maravillos­a que, sin duda, cambia el rumbo de nuestras vidas. Los Momentos Nature nacen para que cada familia se sienta acompañada en esta nueva etapa y pueda resolver todas sus dudas sobre alimentaci­ón, orden, sueño y rabietas infantiles con la ayuda de los mejores profesiona­les y de la mano de Chelino Nature, los pañales que protegen la piel del bebé y cuidan del planeta al mismo tiempo. Porque los pequeños gestos cuentan.

Alimentaci­ón

Si a tu hijo le está costando mucho pasar de la leche a los sólidos, el chef Juan Llorca aconseja que no tires la toalla demasiado rápido. Los niños necesitan probar los distintos alimentos entre 15 y 20 veces para saber si les gustan o no. Por otro lado, tenga la edad que tenga, nunca le fuerces a comer para no provocarle una mala relación con la comida. En lugar de obligarle, incentíval­e sentándote con él a la mesa y que te vea comer lo mismo.

Orden

Otro gran quebradero de cabeza para muchas familias es el establecer unas buenas rutinas en casa. Paloma Blanc, por ejemplo, hace unas plantillas para organizar menús quincenale­s. Los niños aportan ideas y, entre todos, los elaboran. Esto ayuda a los peques a comprender que las tareas del hogar son cosa de todos y que cada uno tiene

que colaborar. También es partidaria de sentarse a cenar todos juntos y aprovechar ese tiempo para dejar a un lado las pantallas y entablar conversaci­ones enriqueced­oras.

Para conciencia­r a sus hijos sobre el medio ambiente les anima a que realicen lo que ella llama “encargos sostenible­s”: no dejarse las luces encendidas, cerrar bien los grifos o tardar en ducharse lo que dura su canción favorita.

Sueño

Dormir más para dormir mejor. El sueño diurno de los niños es importante y las siestas son fundamenta­les para que su descanso por la noche sea mejor. Lo ideal es empezar con tres siestas diarias; a partir de los diez meses, reducirlas a dos; y entre los catorce y dieciocho, realizar solo una. Entre las claves para que nuestros hijos duerman bien, la asesora infantil Sara Traver destaca establecer una hora de fin de estímulos, utilizar buenos pañales antifugas que no alteren su sueño y desarrolla­r la paciencia, el amor y la empatía.

Rabietas

Isabel Cuesta aconseja a los padres tener mucha paciencia y comprensió­n, ya que las rabietas forman parte del proceso madurativo normal del niño. Cuando alcanzan el año o año y medio, comienzan un proceso de autoexplor­ación y autoconoci­miento que les lleva a sentir las emociones primarias por primera vez. Hablamos de la tristeza, la ira o la euforia. Es normal que no sepan qué hacer, es nuevo para ellos. Por eso, se sienten frustrados y lo expresan haciendo lo único que saben: llorar, gritar, patalear o enfadarse. Si les gritamos cuando esto ocurre, ellos lo harán más fuerte; si les ignoramos, se sentirán más desconsola­dos todavía; los castigos, evidenciar­án que no tenemos otras herramient­as pedagógica­s y que, por eso, recurrimos a nuestra autoridad; y contenerle­s solo reprimirá sus emociones y los pondrá más nerviosos. Debemos intentar empatizar con ellos y, poco a poco, tratar de que pongan palabras a lo que sienten, en lugar de expresarlo con pataletas.

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