Un empate que vale un potosí
El Barça no dio la sensación de salir a ganar el partido, sino más bien de tenerlo controlado y atado en todo momento. Sacrificando una pieza como Messi logró un ‘plus’ defensivo que sirvió para desgastar y desesperar al rival. Al final: objetivo cumplido
El Barcelona se clasificó como primero de grupo? Sí ¿ Ter Stegen volvió a salvar al equipo? Sí ¿Umtiti demostró ser un central inconmensurable? Sí ¿Sergio Busquets está en estado de gracia? Sí ¿Paulinho estuvo cerca de marcar otro gol? Sí ¿Hay vida más allá de Messi? Tal vez. Y así podríamos seguir hasta finalizar esta crónica, pero la pregunta del millón sigue en el aire: ¿El Barça juega bien y hace disfrutar a la afición? Aquí empieza el debate donde acaba la polémica. Y es que ayer además se vivieron los minutos más rancios en cuanto juego de este equipo porque este Barcelona sin Messi es un conjunto menor ofensivamente hablando, aunque hay que asumir que en defensa se maneja como los ángeles sin la presencia de Leo.
Empezar un partido sin Messi es a priori un suicidio. Pero si tu objetivo es hacer un partido táctico, ordenado y sin fisuras defensivas, estoico y espartano en todas las líneas, con la presión muy alta, con un extremo, Deulofeu, haciendo casi funciones de lateral, con dos hombres reduciendo espacios como Sergio Busquets y Rakitic, con dos centrales imbatibles como Umtiti y Piqué, con un lateral izquierdo, Digne, que guardaba siempre su espalda, renunciando ataque, con un delantero centro, Luis Suárez, escorado en la cal de la banda izquierda y con Iniesta para dar luz y Paulinho para rematar, pues ya tienes más o menos dibujado el planteamiento táctico de Valverde en la primera parte.
RÁCANO EN EL JUEGO, sí puede ser, triste en ataque, pues también, pero seguro atrás y sin apenas trabajo para Ter Stegen, que tuvo que desplegar sus virtudes a dos remates de la Juventus y poco más en los primeros 45 minutos.
Lo que parecía un suicidio de Valverde iba tomando forma poco a poco. No quería un partido de idas y venidas, no quería arrebatos, ni genialidades, quería control, seguridad y contención. Evidentemente quien más salió perjudicado de este planteamiento del Barcelona fue el aficionado que veía un equipo gris, sin luces. muy ordenado, pero sin chispa. El Barcelona contaba sus ocasiones con tímidos remates desde fuera de Paulinho. Hasta que una falta en el minuto 22 lanzada por Rakitic estuvo a punto de sorprender a Buffon ya que se estrelló en el palo para luego rematar de cabeza Paulinho de forma forzada.
¿Y la Juventus? Pues en estado de hibernación, con Dybala apare-
Messi empezó en el banquillo y salió en el 55’; el Barça en defensa y sin Leo se manejó como los ángeles
ciendo por momentos e Higuaín ecplipsado por Piqué.
En la segunda parte todo parecía que iba a seguir por los mismos derrorteros porque Valverde apostaba por el mismo once, pero entonces llegó el momento que todo culé esperaba: Messi empezó a calentar en el minuto 47. Ocho minutos después saltaba al terreno de jue- go sustituyendo a Deulofeu, que se había desfondando en labores defensivas, ayudando a las coberturas a Semedo.
Estaba claro que Messi no estaba al cien por cien, que cuidaba sus acciones y que medía sus apariciones, pero ya se sabe que “Messi cojo sigue siendo el mejor·” como dijo un día Valdano. Tuvo una ocasión claal
Ter Stegen sacó una mano milagrosa en el minuto 92 a un remate ajustado al palo de Dybala
ra en un lanzamiento de falta, igual que su amigo y socio Luis Suárez en otra falta. Aunque para ocasión la que desaprovechó Digne en el minuto 66 tras un error monumental de Cuadrado, quedándose solo ante Buffon, pero en su exceso de generosidad intentó pasar a Suárez, errando la asistencia. Y al final apareció el de siempre, Ter Stegen, con una mano providencia a un remate en el minuo 92 de Dybala.