Sport

Ser del Barça es un orgullo que no se paga con dinero

- Por JOSEP MARIA CASANOVAS

Aveces queremos tanto al Barça que lo juzgamos con ojos críticos en busca de la excelencia. Es como el amor de padre a hijo, siempre le exiges más buscando una perfección que no existe. Conviene viajar al extranjero para darse cuenta que lo que tenemos aquí es mucho mejor de lo que pensamos. Cuando te alejas del día a día del Camp Nou, valoras que ser del Barça es un privilegio que te hace partícipe a los socios de un club que en pocas décadas ha dado un salto espectacul­ar superando la dimensión local para convertirs­e en fenómeno mundial.

Ser del Barça es un orgullo que no se paga con dinero. En Londres tienen su sede seis equipos de la Premier y todos se cambiarían por ser el Barça. En París los cataríes llevan años invirtiend­o petrodólar­es para parecerse al Barça, pero de momento solo son una mala copia. Y ya no digamos en Italia, donde Milan e Inter se han convertido a nivel internacio­nal en simples comparsas y no encuentran otra solución que mirarse en el espejo del Barça para intentar reverdecer laureles. Seamos sensatos y realistas. El Barça no puede presumir de ser el mejor club del mundo porque no lo es. Pero tiene unas virtudes, unos activos y una masa social que lo hacen incomparab­le, único. En la Asamblea de hoy se va a aprobar un presupuest­o récord de 960 millones que convierte al Barça en la primera entidad deportiva del mundo muy por encima de los míticos clubs de la NBA y NFL. Un dato que toca valorar en su justa medida ya que demuestra la directiva ha desarrolla­do una gestión positiva. Es necesaria una base económica sólida para poder competir con rivales controlado­s por fondos de inversión, estados árabes y multimillo­narios de dudosa reputación. Paradójica­mente, ser socio del Barça sigue siendo más barato que serlo de cualquiera de los equipos de vanguardia de Europa sin que ello afecte a su salud financiera. Bartomeu pasará hoy el examen anual de los compromisa­rios con buena nota. Habrá quejas y discrepanc­ias, pero el balance global de su gestión presenta muchas más luces que sombras. Cierto que hace años que no se gana la Champions, pero también es verdad que con Messi y compañía hemos disfrutado­s de un fútbol de alto nivel que ha ganado una serie encadenada de títulos como no se había visto nunca. El proyecto del Espai Barça es ilusionant­e y para ello se modificará­n los estatutos para poder firmar operacione­s de crédito más amplias. Hasta ahora había un tope, no podían superar el 10% del presupuest­o de ingresos. Si la propuesta se vota a favor, el club podrá realizar las operacione­s que necesite siempre y cuando no superen 2,5 veces el ebitda.

Estamos acostumbra­dos a que las Asambleas del Barça los últimos años sean un mero trámite, la de hoy no será una excepción. El equipo ganó dos títulos, las cuentas dan superávit y al socio lo único que le interesa es que entre la pelotita. Las quejas de los compromisa­rios contra la nueva normativa del ‘seient lliure’ pasarán a segundo plano desde el momento que el club, con buen criterio, ha reconocido su error y ha rectificad­o volviendo al pasado. El ‘restyling’ del escudo se aprobara si alcanza el 66% de los votos a favor mientras que al capítulo de ruegos y preguntas se llegará con el tiempo justo para acudir al Camp Nou para ver un Barça-Sevilla que promete.

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La clave: en unas décadas el club se ha convertido en un fenómeno mundial
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