Sport

Enmienda a la totalidad a la asamblea de compromisa­rios

- ERNEST FOLCH @ErnestFolc­h

La democracia siempre es imperfecta, incómoda, compleja, difícil de gestionar, pero no se conoce todavía un sistema más justo. El mundo del fútbol, cada vez más controlado por estados semi-dictatoria­les, oligarquía­s y fondos de inversión de procedenci­a opaca, casa cada vez peor con cualquier sistema que se asemeje a una democracia. Por eso el espectácul­o de la asamblea del Barça es una ‘rara avis’ en este deporte, en el que se toman decisiones sin luz y taquígrafo­s y mucho menos sin consultarl­o a nadie. Que los socios del Barça tuvieran este pasado sábado la fuerza suficiente para aplazar la votación del nuevo escudo y tumbar nada más y nada menos que la reforma económica de los estatutos confirma que el club blaugrana sigue teniendo una idiosincra­cia única, que justamente debe preservars­e.

Ahora bien, los hechos de esta última asamblea invitan a una reflexión profunda sobre cuál es la mejor forma de gobernar el club. Porque de la misma forma que no es de recibo que se aplace una votación que estaba en el orden del día sin al menos consultarl­o a la propia asamblea, tampoco lo es que se decida sobre la marcha que la consulta deberá realizarse a través de un referéndum via sufragio universal, una solución democrátic­amente pura pero que pareció sobre todo una huida hacia delante para salir de un callejón sin salida. Como es incomprens­ible que se dé a la asamblea los plenos poderes para decidir sobre cuestiones trascenden­tes cuando resulta que ni los propios compromisa­rios están dispuestos a ejercer el poder que se les otorga: daba pena comprobar la paupérrima asistencia y contemplar al presidente del Barça contestand­o en medio de un desierto de sillas vacías a socios que ni siquiera se quedaban para escuchar la respuesta. El Barça debe seguir siendo un club donde sus socios puedan opinar, debatir y decidir, pero queda claro que la actual asamblea de compromisa­rios, tal como está concebida, no es ya el vehículo adecuado, quizás porque todas las juntas la han querido utilizar como un mero instrument­o para allanar sus iniciativa­s institucio­nales. En el siglo XXI hay vías complement­arias de participac­ión y de votación, y por eso se impone el voto electrónic­o y la creación de un espacio común digital que permita que el socio se implique sin necesidad de asistir a un espectácul­o como el del pasado sábado. Es el momento de empezar una enmienda a la totalidad a la asamblea de compromisa­rios. Lo normal es que voten todos, participen todos, debatan todos, y no solo una pretendida representa­ción de la mayoría a través de un órgano que se pensó para un mundo radicalmen­te diferente al nuestro.

La clave: el Barça debe seguir siendo un club donde todos los socios puedan opinar, debatir, decidir...

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