Koeman ya lo sabe: las finales son para ganarlas
Las finales se juegan para ganarlas. Y Koeman, más que nadie, lo sabe. Porque él ganó la primera gran final de la historia del Barça. La de la Copa de Europa de 1992. En Wembley. Con aquel magistral lanzamiento de falta en el minuto 111 de la prórroga. Han pasado casi 29 años desde aquella mágica noche londinense y Koeman juega mañana otra final con el Barça. Pero ahora como entrenador. Desde el banquillo. No tiene, por supuesto, la trascendencia de aquella primera Champions. Pero la Supercopa de España puede provocar el impulso que necesita el proyecto del técnico holandés para crecer. Y convertir este Barça, salido de la crisis y la revolución, en un equipo campeón. La final `soñada' contra el Madrid no podrá ser por el sorprendente KO del equipo de Zidane ante el Athletic. Pero los vascos también serán un rival complejo para los blaugranas, sobre todo después del esfuerzo físico y mental de las semifinales ante la Real Sociedad. La gran incógnita reside en si Koeman podrá contar o no con Messi. El crack argentino no jugó el miércoles por sus molestias en el bíceps y, aunque todo lo que se refiere al estado físico del capitán blaugrana está siempre envuelto en un gran (y yo creo que innecesario) secretismo, hay atisbos de optimismo en cuanto a la participación de Leo en la final. El Barça no es el mismo sin Messi. Sobre todo sin el Messi ilusionado, líder y goleador, de los últimos partidos de Liga. Lo pudimos comprobar ante la Real Sociedad. Faltó la pegada del crack, aunque fue suplida por el compromiso de todo el equipo. Koeman (y con él, todo el barcelonismo) sueña con ver a Messi en la final. Y Messi también sueña con jugarla. Y ganarla. Pondrá todo de su parte. Lleva un año y medio sin levantar un título. Y tiene hambre...
APLAZAR LAS ELECCIONES, UN ERROR
Y un apunte final sobre las elecciones del Barça. Se aplazan. Creo que es un grave error. Porque prolonga la interinidad en un club que necesita, más que nunca, un presidente fuerte que tome el mando de una nave a la deriva. Y lo necesita con urgencia. La pandemia, ya lo dije ayer, no es excusa. Los intereses partidistas han podido más que las necesidades del Barça. Una pena.