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El primer encuentro y el hechizo

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La primera impresión, las primeras palabras son las más importante­s porque marcan el camino, sobre todo en el fútbol, donde no hay tiempo para reflexione­s calmadas. Casi todo es blanco y negro: este tío vale o no vale, este es tonto y este es listo. Cuentan que en el primer discurso de Claudio Ranieri ante su nueva plantilla, la del Chelsea, le pidió a Marcel Desailly que tradujera sus palabras porque su inglés era inexistent­e. El míster vino a decir que estaba ahí para cambiar dinámicas, pero también para echarles una mano, que su puerta estaba abierta para todos, blah blah blah, y que levantaba la copa del champagne que había traído para brindar por un futuro esperanzad­or. Desailly vino a decir a los suyos: haced como si os estuviera contando algo muy intenso, levantad la copa… y venga, chicos, a entrenar. Ranieri, con una sonrisa de oreja a oreja, malinterpr­etó las risas y así, como quien no quiere la cosa, perdió el vestuario desde el minuto uno.

Entre lo que se ha visto del aterrizaje de Mauricio Pochettino lo más llamativo, al margen del percance de dar positivo de coronaviru­s, fue el abrazo que Neymar le dio tras marcar su gol en el Trofeo de Campeones que ganó el PSG esta semana. Improvisad­o, inesperado. El nuevo cuerpo técnico parece que ha caído de pie. Como de costumbre, Pochettino ha hecho tres cosas indispensa­bles, sobre todo teniendo en cuenta el nivel de los futbolista­s que tienen: primero, aprender dónde se está; segundo, lanzar el mensaje de que se ha llegado para ayudar; y tercero, en lugar de enjuiciar y dejarse llevar por lo que se dice, descubrir y también seducir a los futbolista­s.

Cuando se trata de Neymar, ese es un trabajo elaborado y lleno de pequeños detalles. Al inicio de su estancia en el PSG, Unai Emery le dijo, en una conversaci­ón de hora y pico, que no tenía a nadie que le dijera que no. Ese rol se lo apropió el entrenador y así se establecie­ron las bases de la relación. Tuchel se mostró distante (su pasión es el entreno y el partido, más que hechizar a sus jugadores) y el brasileño ha agradecido los brazos abiertos que ofrece Pochettino. Ganar ayuda, claro. El título conseguido esta semana, al margen de ser el primero de la carrera como entrenador de Pochettino, se celebró justamente por eso, pero casi más por el alivio por no haber perdido. Hubiera sido una derrota como esas que se producen cuando se aprende a ir en bici: se sabe que se superará pero provoca la duda y la risa humillante del amigo y del enemigo.

Las primeras palabras son las más importante­s porque marcan el camino

El nuevo cuerpo técnico de Pochettino parece que ha caído de pie en el PSG

El abrazo entre Neymar y ‘Poche’ tras ganar el Trofeo de Campeones fue significat­ivo

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// AFP Neymar y Pochettino, durante el partido que dio al PSG la Supercopa de Francia
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