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¡Riqui, lo tuyo sí que tiene mérito!

Para cualquier deportista, lo más importante es jugar y coger confianza en sí mismo. Por eso me gustó que tomase la responsabi­lidad de lanzar el penalti decisivo

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Hay que tener una personalid­ad y un carácter muy especial para pedir, sin titubear, ser el quinto jugador en lanzar una pena máxima en la tanda de penaltis que puede llevar a tu equipo a la primera final de la temporada. Si a eso le sumas, que vienes jugando poco, que se habla de ti constantem­ente (no siempre para bien), que el entrenador te da pocos minutos y, encima, tan solo tienes veintiún años, el mérito, en mi opinión, es incalculab­le.

Riqui Puig mide 169 centímetro­s y no llega a los 60 kilos de peso, pero está convencido de que puede triunfar en el club de sus amores, el FC Barcelona. Salir de la cantera del club de tus sueños y llegar a jugar en el primer equipo debe ser un privilegio infinito para cualquier futbolista. Y no me puedo llegar ni a imaginar lo que debe ser si al final acabas siendo un referente para sus seguidores. En el caso concreto del club blaugrana, vienes con un ADN o una forma de jugar muy particular, un sistema táctico al que no todo el mundo es capaz de adaptarse y que incluso se está poniendo en entredicho. Una cosa que siempre me ha llamado mucho la atención es: ¿cómo puede ser que en un deporte tan exigente y con tanta presión como el fútbol se trabaje tan poco el aspecto emocional de los futbolista­s? He tenido la fortuna de hablar con muchísimos jugadores, entrenador­es y miembros del cuerpo técnico de diferentes categorías e incluso de otros países, y siempre me han dicho que ese tema no lo tocaban dentro del club, siendo en muchas ocasiones los propios jugadores los que buscan ayuda externa para aprender a gestionar ese tipo de situacione­s tan difíciles de saber llevar. Me consta que varios clubes ya están avanzando muchísimo en ese terreno, pero creo que todavía les queda margen de mejora.

En el caso de Riqui, como cientos de futbolista­s antes, creo que hay que tener especial atención. Los jugadores de la casa sienten los colores como nadie, han crecido yendo al Camp Nou con sus padres y saben perfectame­nte lo que significa jugar en ese estadio, pero también tienen muy claro lo dura y exigente que puede llegar a ser la grada cuando las cosas no van como a ellos les gustaría. No es lo mismo que un fichaje que, por más que le encante jugar en el Barca, le costará mucho más entender el sentimient­o culé que a los canteranos, que lo llevan impregnado en su sangre desde bien jovencitos. En muchos casos han pasado por casi todas las categorías inferiores y por eso, imaginarse jugando delante de cien mil personas es algo que tienen muy asimilado, aunque luego hay que saberlo gestionar, digerir y estar a la altura. Y más, cuando a veces juegas unos minutos, otras incluso bajan al Barca B de nuevo para que encuentres el ritmo que no te pueden dar en el primer equipo (no es el caso de Puig ahora), después no vas convocado, otras juegas los cinco últimos minutos, etc., etc. Todo eso es un mejunje mental del que muy pocos elegidos son capaces de salir triunfador­es de semejante exigencia mental y física

también.

Riqui Puig parece que tiene muy claro que será uno de ellos en el futuro del Barça. Ojalá que sea así. Los valientes que nunca arrojan la toalla, como él mismo dijo el otro día, siempre en mi equipo.

Los de la casa sienten los colores como nadie, tienen claro lo exigente y duro que es llegar

Riqui parece convencido de que será uno de los elegidos de cara al futuro del Barça

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// EFE Riqui Puig, besando el escudo tras conseguir el pase a la final de la Supercopa de España
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