Solo Messi
El argentino, con dos goles, rescató al equipo del tedio y el desánimo. El Barça ya está a cinco puntos del Atlético y a solo dos del Madrid
Koeman había pedido a las vacas sagradas que sacaran las castañas del fuego. Pero llegó el partido y la mayoría se quedaron en el banquillo. Griezmann, Dembélé,
Busquets y Lenglet, fuera del once. No fue el caso de Messi, que marcó dos goles, mantuvo viva LaLiga y rescató al Barça del tedio y el desánimo.
En medio del ruido, sigue siendo la diferencia. Incluso en un Barça menor, muy menor, se niega a abdicar. Incluso ahora, que está tan cerca del verano en el que quiso irse como del que puede irse de verdad. Ante el Elche, en otro partido jugado andando y sin lujos, irrumpió cuando amenazaba el marcador. Primero para desenredar el empate y luego cuando el fantasma del Cádiz se paseaba por el Camp Nou.
EL PATIO DE SU RECREO En los dos goles convirtió el área en su recreo con gambeta, pausa, y esa intuición por el gol que viene de fábrica. Ya lo dicen sus técnicos de La Masia: esos goles los hacía igualitos de pequeño.
No dimite Messi, que ya es Pichichi, y el Barça se aferra al 10 para seguir en la pelea de LaLiga. A veces con partidos tan desalentadores como este, a pesar de un marcador (3-0) tan favorable. Hubo rotaciones (esta vez sí), pero la alineación no invitaba a la diversión y el partido confirmó los pronósticos. Unos primeros 45 minutos sin historia o con una recurrente: la del portero rival.
Es un fenómeno habitual: cada guardameta que juega contra el Barça se hace grande. Enorme. Esta vez fue el caso de Édgar Badía, que se gustó en el Camp Nou. A veces recurrió a su talento y en otras contó con la complicidad de los delanteros del Barça, que andan con el pie torcido.
EFECTO TRINCAO Solo Trincao estaba por encima del tedio general. Curiosamente uno de los jugadores más acusados de falta de ánimo. Pero el desequilibrio del portugués duró 45 minutos, suficientes para abrir el debate sobre si está en posición de discutir la titularidad de Dembélé, intrascendente cuando salió en la segunda mitad y a la baja las últimas semanas.
Al Barça le faltó la energía que pedía Koeman, pero tuvo en los goles de Messi y Jordi Alba su particular salvación. El argentino sí tiró del carro y del ánimo de los suyos. Y el lateral se sumó a la fiesta del `10' al final tras una gran aparición de De Jong.
Pero el equipo siguió paseando las miserias de las últimas sema
En medio del ruido, Leo sobrevive al desánimo del Barça y no dimite
El mensaje de Koeman y su brillantez como portavoz no está llegando igual al campo
nas. La dolorosa derrota ante el PSG parece haber sido un punto de inflexión. Sobre todo anímico. Un revés de realidad que ha desinflado a la plantilla y al barcelonismo. Más incluso que la derrota copera ante el Sevilla, un partido en el que el equipo dejó buenas sensaciones a pesar del 2-0. El empate ante el Cádiz terminó de desencajar al equipo, que sigue grogui desde entonces. “Todo el mundo ha visto que nos faltaba intensidad y ritmo de balón y es bueno que Messi como capitán pida más intensidad”, reconoció Koeman tras el partido.
Hay una distancia sideral entre la firmeza del mensaje del técnico y la puesta en escena del equipo. Hay una brecha preocupante entre cómo llega lo que dice a los medios y su efecto en el equipo. La brillantez del técnico como portavoz no está logrando trasladarse al campo. Hasta que eso ocurra el Barça sobrevive con Messi (o Messi sobrevive al Barça).