OTRA VEZ TERCEROS
El técnico había retado a sus futbolistas a no bajar los brazos y, pese a hacerlo durante muchos minutos, el equipo supo reaccionar a tiempo
La victoria ante el Elche en el partido aplazado devuelve al Barça a la tercera plaza
en la Liga
El Barça jugó una primera mitad soporífera ante un Elche que vino a copiar el plan del Cádiz
El ‘10’ dijo basta tras el descanso y firmó dos golazos que sentenciaron a los ilicitanos
Jugar la primera jornada de LaLiga a pocos días de que febrero sea suplantado por marzo en el calendario y en un Camp Nou vacío es raro. Cosas de la pandemia, que convierte un partido que debería servir para calentar motores en absolutamente trascendental sin parecerlo. La alineación de Koeman, con cinco cambios respecto a su once preferido, era una mezcla de todo ello. El holandés había pedido a sus futbolistas que soñaran, que siguieran pensando en grande y
Leo Messi agarró la almohada y acurrucó a sus compañeros con dos golazos en el arranque del segundo tiempo. ¿Hay Liga? La respuesta está en las botas del `10'.
PRIMER TIEMPO INFUMABLE Barça y Elche salieron al césped como si el partido fuera la continuación del jugado ante el Cádiz, como si los andaluces hubieran cedido sus camisetas a los ilicitanos a modo de relevo. La sensación era la misma: un equipo encerrado atrás y otro que tocaba y tocaba de un lado a otro en un balanceo interminable y soporífero. La ocasión de Trincao nada más empezar el encuentro, que probó a Edgar Badia algo tímido, la devolvió Boyé en la siguiente jugada. Un oasis en mitad de poca cosa. Las dos líneas del Elche parecían una trinchera impenetrable. A los veinte minutos repitió Trincao y la jugada acabó igual, con parada de Badia. Lo intentaba el portugués sin acierto.
Leo Messi se movía entre líneas buscando socios con los que trenzar paredes, pero es que el espacio entre líneas era una baldosa. Piqué y Umtiti se hartaron a pasarse el balón, como si no hubiera porterías, y algunas veces Pjanic levantaba la cabeza a la espera de un desmarque en profundidad. Un fútbol demasiado académico, escrito en una libreta llena de teorías insulsas. La melodía sonaba a la música que ponen las compañías eléctricas a los clientes que quieren darse de baja mientras esperan al teléfono. La llamada se cortó cuando Díaz
de Mera señaló el camino hacia los vestuarios. EL CAPITÁN DICE BASTA Koeman ordenó la entrada de Dembélé, pero fue Leo Messi el que tardó dos minutos en acabar con el sopor. Agarró el balón a unos veinte metros del área y empezó a esquivar rivales. Buscó la ayuda de
Braithwaite, que se la devolvió de espaldas, y el `10' superó cruzando ante Badia. Un gol de juventud, de cuando llevaba melena despeinada por el viento. Repitió a los pocos minutos con una jugada parecida, pero esta vez el disparo se estrelló en la defensa.
El Barça salió distinto, más enérgico, recogiendo el guante lanzado por Koeman tras animarles a seguir luchando por LaLiga. Diez minutos del segundo tiempo fueron suficientes para que el Elche notara el aliento hambriento de los blaugranas, lanzada a la basura la primera mitad. Los de Escribá, pese a todo, mantuvieron su plan, que la camiseta del Cádiz parecía sentarles bien.
El problema para ellos fue que Leo se había cansado de chirigotas. Una carrera de De Jong sorteando rivales por potencia acabó con la cesión del holandés atrás. El `10' evitó disparar violento, controló, se acercó a Edgar Badia y definió tan suave como la voz de Rosalia versionando a Los Chunguitos. EL MENSAJE DEL BARÇA Con el Elche de resaca y Fran Escribá cambiando a medio equipo, Braithwaite la puso de cabeza para que Jordi
Alba hiciera el tercero. El mensaje de los blaugranas en la segunda mitad fue contundente y Griezmann tuvo dos para ampliar la goleada, pero nada sería lo mismo sin ese hombre que luce en la espalda el diez y en el brazo la `senyera'. Si hay Liga, si aún la hay, depende exclusivamente de lo que dicte el más grande.