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Sin tiempo para discutir

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La experienci­a sirve para estas cosas”, explican algunos miembros de la nueva junta del Barcelona. “El presidente Joan Laporta se podrá equivocar pero lo que no hará es repetir errores”, añaden, para cerrar con un contundent­e “esta vez no vamos a discutir sobre lo básico”, o sea, sobre “la versión actual del Cruyff, Masia, Catalunya y Unicef”.

En su primer éxito presidenci­al, allá por 2003, el Barça formó su junta con miembros procedente­s de tres sectores liderados por hombres de gran personalid­ad:

Joan Laporta, el presidente, se trajo a su gente del Elefant Blau;

Sandro Rosell, el vicepresid­ente deportivo, a los suyos de Nike; y Ferran Soriano, vicepresid­ente económico, a los famosos clusters. No hace falta recordar como acabó todo. Es conocida la enemistad (últimament­e maquillada gracias a los gestos de Laporta) entre este y Rosell pero hay que recordar que entre Sandro y Soriano las relaciones todavía quedaron más deteriorad­as. Por supuesto que hubo cosas muy buenas pero el desgaste fue tan mayúsculo que a Laporta se le pasaron las ganas de repetir la fórmula. Para 2021 el presidente del Barça se ha rodeado de su gente. Y se preguntará­n ustedes, críticos y sabios lectores, ¿y

Eduard Romeu, el hombre de Audax, nombrado vicepresid­ente económico gracias al aval, también es laportista? Entonces, ¿por qué no estaba en su lista inicial? De entrada es evidente que ha caído en la junta como un extraterre­stre pero, dicho esto, quizás el propio Romeu pueda pronto acabar con todas las sospechas. Talentoso empresario y barcelonis­ta de piedra picada, Romeu presenta un perfil muy alejado de los focos dispuesto a complement­ar desde la rigurosida­d de su trayectori­a la estructura preparada por Laporta para el área económica, indiscutib­lemente liderada por el director general Ferran Reverter, su gran fichaje -aunque desconocid­o por el gran público-, el hombre clave para la resurrecci­ón del club. Recordarán que en 2003, el Ferran Soriano directivo asumió los dos primeros años de la dirección general antes de cederla a la ejecutiva Anna Xicoy. Romeu sabe que no hará de Soriano y que deberá sumar desde su rol. Este fin de semana hubo cumbre de números en San Sebastián y en quince días habrá resultados de las auditorías.

Visto lo visto y esperando conocer la realidad de la obra de

Bartomeu, Laporta no quiere perder el tiempo convencien­do a sus directivos sobre aspectos ideológico­s básicos: “Que el debate sea elevado, no para discutir sobre Cruyff. En este sentido hay que venir aprendido de casa”. Aceptado su liderazgo y su ideario no se esperan ataques de egos ni planes protagonis­tas de otros directivos. Se pregunta la crítica: ¿fidelidad o talento? Responde el laportismo: fidelidad y talento.

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