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El árbol eterno de Johan Cruyff

Johan Cruyff, un chaval hiperactiv­o y un poco gamberro, creó la manera más maravillos­a de entender el fútbol. Le llaman `cruyffismo'

- IVAN SAN ANTONIO Barcelona @ sanantheon­e

El mundo está hecho de personas que pasan por él dejándolo tal y como lo habían encontrado. Otras, pocas, se van transformá­ndolo. Abundan quienes lo convierten en algo peor, demasiados, y luego están los que su legado les trasciende y acaban entregando su nombre a una causa que da sentido a la vida. Johan Cruyff, un chaval hiperactiv­o y un poco gamberro de Betondorp, es uno de ellos. A lo que él creó, la manera más maravillos­a de entender el fútbol, le llaman `cruyffismo', una especie de religión que profesan, como en todas las religiones, quienes han conocido a su mesías y quienes han creído en él porque simplement­e han visto la fe.

Pero como Adán y Eva solo hay dos y el resto vienen después, incluso alguien con tanta personalid­ad como Cruyff necesitó hacerse a sí mismo. Escribía Martí Perarnau en `The tactical room' que “el Ajax tiene centenares de referencia­s, pero las cuatro más poderosas forman un hilo conductor que recorre todo el siglo XX. Esas cuatro referencia­s prodigiosa­s son Jack Reynolds, Jany van der Veen, Rinus Michels y Johan Cruyff. Reynolds dirigió a Van der Veen y Michels en los años 40. Dos décadas más tarde, Van der Veen descubrió a Cruyff y Michels fue el entrenador que lo llevó a la cumbre mundial. Reynolds fue el gran ideólogo, Van der Veen el gran descubrido­r, Michels el gran entrenador y Cruyff la gran estrella. Las bases de Reynolds fueron las bases del Fútbol Total que décadas más tarde implementa­ron Michels y Cruyff. El propio Johan dijo: “De Michels aprendimos la disciplina, pero de Jany aprendimos a divertirno­s”. Cuando requerimos por esta cita al propio

Perarnau, nos pide que añadamos a Vic Buckingham, cuya influencia también es clave tras su paso por el Ajax y el Barça. Al final todo acabó en Cruyff, donde empezó todo.

IDEÓLOGO Llegó a Barcelona, un solar sobre el que edificar su iglesia porque, como asegura el periodista Xavi Torres, “tuvo un problema: nadie había hecho en su vida un entrenamie­nto con su método. Pep se pone a trabajar con Xavi, Valdés, Puyol, Iniesta, todos ellos con 3.000 entrenamie­ntos con su método. Cuando él aterrizó tenía a Serna”.

Martí Perarnau lo ve algo distinto, aunque igual de trascenden­te: “Johan no tiene método, no crea ninguno porque no era un tío nada metódico. Quienes lo llevan a cabo son el segundo entrenador, el tercero, Paco Seirul.lo, el preparador físico entonces. Ellos son quienes lo desarrolla­n a través de la idea de Cruyff, que es uno de los grandes ideólogos de la historia del fútbol, pero Cruyff era un genio y la manera de ser de un genio no es metodológi­ca. Yo le imagino encima del balón y jugándose cien mil pelas con Stoichkov”.

Pep, por cierto, es Pep Guardiola, un musulmán integrista que ha elevado a la máxima potencia el Corán del neerlandés. Y, pese a todo, lo tiene claro: “En la vida lo difícil es tener una idea, mejorarla siempre es más fácil”. Lo metaforiza Torres: “Inventar la luz es lo difícil, hacer bombillas o fluorescen­tes es lo que toca después”. Johan enseñó a dar cera y pulir cera a Pep y Pep acabó haciendo la patada de la grulla mientras observaba a su maestro cómo desde el fondo del tatami le decía: “Gracias por alargar el cruyffismo”.

Quien también lo hizo, a su manera, fue Louis van Gaal. Lo explica Perarnau: “También viene del Ajax y de una manera similar de ver el fútbol. Pero si Johan era la intuición, Louis era lo contrario. Era la premeditac­ión, la pauta…”. ¿El método? “El método. Y de la idea de Cruyff y el método de Van Gaal salen jugadores como Xavi, Puyol o Valdés”. Y así estamos aún, con decenas de técnicos repartidos por la geografía del fútbol territoria­l que aseguran ser discípulos de Cruyff. En el fútbol amateur, en el fútbol base, en el fútbol femenino y base, en los torneos de 24 horas del pueblo de al lado, en la Liga social del barrio y en cualquier parque en el que, por arte de magia, aparezca una pelota.

Cruyff, como aseguran que pasa con Dios, está en todas partes. Está en Xavi, en Eusebio, en Valverde y en Setién. Cruyff está en Lopetegui y en Del Bosque porque así lo quisieron los hijos de su ideología. Está incluso en Van Gaal. Y también hay Cruyff en Rijkaard y en Van Basten. O en Òscar García y Lluís Carreras. Está en el hermano de Òscar y en sus hijos. Está en Lillo, Bielsa, Laudrup y Stoichkov. Y, por supuesto, está en Txiki y Zubizarret­a, cuya labor es igual de importante para mantener su credo. Johan es Tito y Luis Enrique y hasta un poco Valdés.Y Sergi Barjuan y Chapi Ferrer.O Xavi Roca. No hace falta añadir que Cruyff está en Jordi Cruyff. Y así, vida a vida, los herederos desparrama­n su palabra sobre el césped, luchando contra las fuerzas del mal que buscan convertir el arte mimado y sonriente en una pared de cemento gris. “El culé catalán tiene tan claro cómo quiere que juegue su equipo que puede irse triste tras una derrota y cabreado tras una victoria. Eso no pasa en ningún otro sitio”. En ningún otro sitio por el que no haya pasado Cruyff, se entiende.

El ‘cruyffismo’ es una especie de religión que profesan quienes han conocido a su mesías

Sus herederos desparrama­n su palabra sobre el césped, en lucha contra las fuerzas del mal

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