“Las futbolistas eran un florero para la Federación”
Primer libro, ¿satisfecha?
Para mí ha sido un reto. Aproveché la pandemia para adentrarme en un mundo que conocía muy superficialmente y que me interesaba más en profundidad para darlo a conocer. Creo que la gente habla desde el desconocimiento sobre el fútbol femenino y por eso, a menudo, hace juicios de valor muy poco acertados. Porque no conocen la realidad actual ni de dónde venimos.
¿Una pandemia inspira?
Me ha servido el tener más tiempo para poder profundizar mucho más y tener una visión mucho más amplia de lo que ha sido el fútbol femenino, de cómo ha avanzado y de cómo estamos ahora. A mí sí me ha ayudado la pandemia. Me ha inspirado, ya que estábamos todos fastidiados, a contribuir con mi granito de arena a visibilizar una situación que se da hoy en día.
`No las llames chicas, llámalas futbolistas', el título ya lo dice todo.
Es una forma de pedir respeto. En el masculino solo decimos `chicos' cuando son jugadores del filial. En el periodismo se abusa del término las `chicas' para referirse a jugadoras del primer equipo y eso es una forma de tratarlas condescendiente, paternalista. Y eso es lo que hay que erradicar. Ellas quieren un trato igual al de ellos y que se las critique igual. Porque la tendencia del paternalismo también se ve cuando hay algún fallo, que se las intenta disculpar. Eso es lamentable. Cuando las llamas `chicas' las estás menospreciando.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido de tu investigación?
Yo era consciente de que no había sido fácil el camino, pero ni mucho menos me imaginaba todo lo que han vivido las jugadoras, cómo se ha maltratado a las jugadoras desde los clubes más importantes. Se las tenía arrinconadas, eran un florero para la Federación Española. Me ha sorprendido el nivel de maltrato, de dejadez y de abandono hacia ellas y cómo ellas han sido capaces de seguir porque era su pasión, que les daba igual no cobrar. Jugaban por lo más básico, su amor y su pasión por el fútbol.
¿Se utiliza al fútbol femenino?
Estamos todavía en los gestos. Clubes u organizaciones que realmente estén preocupadas por construir un fútbol femenino sólido y por hacerlo crecer creo que hay muy pocos ejemplos remarcables. Y sí que hay mucho de palabrería de “queremos hacer” o “vamos a”, pero es que llevamos mucho tiempo esperando. Seguimos estando en un estadio tan precario que hay que reclamar pasar de los gestos a la costumbre. Y no por responsabilidad social corporativa, sino porque la sociedad lo demanda.
¿Qué crees que se ha hecho mal y qué se ha hecho bien?
Mal se hace intentando trasladar el modelo masculino al fútbol femenino. El masculino se ha convertido en un negocio totalmente deshumanizado, ya no es un deporte. Algunos intentan valorar el femenino en los mismos términos. Lo que quiere el fútbol femenino es crecer, pero no copiando ningún modelo, sino haciéndolo a su forma. De una forma mucho más justa y coherente y sin las barbaridades que se hacen en el masculino. El fútbol femenino tiene la oportunidad de construirse con unos valores mucho más firmes y mucho más reales del deporte. Lo bueno, es que todavía estamos a tiempo de hacerlo mejor. De lo malo, lo que se ha hecho peor es ningunearlas. Es imposible comparar el masculino y el femenino, ellos llevan un siglo de ventaja. Son dos realidades incomparables, como el fútbol de la época de Pelé y el de la de Messi. Hay que empezar a tratarlas de la misma forma en el sentido de condiciones óptimas.
¿Te gusta la Liga Iberdrola?
No. Necesita mejoras muy importantes. La competición está tan desigualada ahora mismo porque no han sido capaces de hacer un protocolo adecuado como el que tiene la Liga Santander, que ha demostrado que no es necesario ir suspendiendo partidos. O la ampliación de equipos por la situación de Covid. Si se quiere hacer una liga más competitiva y atractiva para eso necesitas menos equipos y que el nivel suba, para que no haya tanta diferencia entre los que tienen más presupuesto y los que no.
¿El ejemplo a seguir en España es el Barça?
Seguramente. Es el club que encabeza el invertir en su equipo con recursos económicos. Para llegar a una final de Champions se necesita dinero, por muy buenas jugadoras que tengas. Ya no solo para fichar, para el trato en el día a día. El Barça lidera el modelo, pero hay que exigirle mucho más. Dice que es “más que un club” y que, al menos hasta hace poco, era el club que más ingresaba en el mundo, pero sin embargo hay demasiada diferencia entre el masculino y el femenino. ¿Que es el referente y está haciendo las cosas bien? Sí. ¿Que podría hacer más? También.
¿Crees que esto va a cambiar con la actual junta directiva?
Tengo muchas dudas. Si tienes un 30% de socias en el club y en tu junta directiva solo hay una mujer, algo chirría. Si tu presidente no conoce a futbolistas bastante importantes del primer equipo femenino, algo va mal. Creo que la excusa del covid les viene muy bien. Veo muy difícil que se amplíe el presupuesto y que se mejoren las condiciones, porque es el eslabón más débil.
¿La expansión del fútbol femenino tiene techo de cristal?
El techo de cristal se va a romper, pero van a tener que romperlo ellas. Hasta hace poco las jugadoras del Barça se duchaban en barracones prefabricados y se les acababa el agua caliente. Les daba miedo quejarse por si les decían que se cargaban el equipo femenino. Para romper ese techo de cristal necesitas tener valentía y creo que ellas la empiezan a tener. Probablemente desde que en 2015 volvieron de un Mundial y decidieron que no querían seguir con Ignacio Quereda haciendo una carta pública porque no podían aguantar más.
Narraste un Mundial, ahora un libro. ¿Qué es lo próximo?
Yo quiero volver a narrar. Desde que Sara Giménez y yo narramos creo que no ha habido más mujeres que lo hayan hecho. Parecía el momento del cambio y no lo ha sido. Solo quiero poder disfrutar de esta profesión.
El Barça es un referente en fútbol femenino en España, pero podría hacer más