Koeman y el cruyffismo
Tras la victoria de Laporta parece haberse cerrado el debate sobre la conveniencia del cruyffismo en el Barça. Mientras llega el día de la resurrección del ave fénix anti-Johan —y todas sus derivadas— reflexionaremos sobre Ronald Koeman
y los motivos para creer (o no) en él. Como no hay dudas sobre su admiración como jugador a las órdenes de Cruyff, su amistad posterior e, incluso, su fidelidad hacia su Fundación tras su desaparición, no hace falta alargarnos en la idea. Nadie puede dudar de que Koeman es cruyffista. Sin embargo, como el fenómeno es imposible de abrazar en su totalidad, entre los discípulos del genio se exhiben diferentes versiones. Koeman ha sufrido toda su vida para proponer sobre el terreno de juego la idea futbolística de Cruyff: antes del Barça, diez experiencias en cuatro países sin éxitos destacados ni el reconocimiento de la prensa y la afición hacia su estilo. Ni siquiera en el Ajax o en la selección holandesa. Tampoco en el Barcelona, donde se inició con el doble mediocentro y se perdió en el académico 43-3 antes de dar con la tecla explotando el 3-5-2 actual. Y dicho esto, se valora su enorme esfuerzo para la evolución positiva en el rendimiento del equipo hasta el punto de aspirar al doblete en un año complicado. Sin embargo, el cruyffismo de Koeman es perfectamente reconocible en la gestión del vestuario, a pesar del abandono institucional que ha sufrido y que lo ha obligado muchas veces a emerger en el club como única voz.
Si me permiten, cinco puntos a destacar. El primero, Messi,
entregado a la causa del héroe de Wembley'92 tras el verano del burofax. Si Leo está más cerca de quedarse también es por culpa de la inteligencia del técnico, capaz de entenderse con su estrella. Segundo, De Jong. Koeman ha sabido qué hacer con él, una apuesta de club para la próxima década y que hoy es mucho mejor que a principio de temporada. Tercer asunto, Dembélé. Ya en su cuarta temporada -¡qué drama!- ha conseguido que juegue 24 partidos seguidos sin lesionarse para ser útil al equipo, incluso lejos de la banda (otra aportación de Koeman). Cuarto, su valentía con Pedri, a quien tenía previsto ceder a otro club en enero y a quien le entregó la titularidad tras comprobar su talento. Y tras el canario, también excelente su apuesta sin complejos por los jóvenes de dentro -Araujo, Mingueza, Ilaix- y de fuera -Dest (una petición suya), Trincao- mientras espera a Ansu. Solo Riqui parece no haber encajado. Y quinto y último aspecto: los veteranos, con zanahorias y palos según su rendimiento. ¿Les suena aquello de las vacas sagradas de Cruyff?