Sport

Resucitado­s

Vinicius y Dembélé centran las miradas tras sus últimas actuacione­s. Regateador­es puros y talentos inclasific­ables, se espera mucho de ellos en el clásico de hoy. Ellos representa­n la emoción de lo imprevisib­le

- DÍDAC PEYRET

Ya nadie habla de buenos jugadores o simplement­e del montón. Ahora, o son muy buenos, o son muy malos. A Dembélé y Vinicius les une el relato volátil de los tiempos actuales. El que dispara y entierra expectativ­as con aspaviento­s. El de juicios irrefutabl­es y oportunism­o semanal. Los dos han sido buenísimos y malísimos muchas veces. Los dos han muerto y han resucitado otras tantas. Los dos serán protagonis­tas en el clásico. Y los dos son, todavía hoy, un enigma para muchos aficionado­s. El motivo es que forman parte de un club difuso: el de los jugadores que hacen algunas cosas fenomenalm­ente bien y otras rematadame­nte mal.

También del de las grandes expectativ­as. Desde que llegaron a LaLiga se habla más de su potencial, y lo que podrían llegar a ser, que de lo que son. Desde entonces, puntualmen­te una parte de los aficionado­s se aplica en defenderlo­s y otra a resaltar sus defectos. Ocurre algo parecido con el entorno.

Se habla tanto de ellos que arrastran etiquetas que parecen inamovible­s. A veces porque las etiquetas son el camino más rápido para opinar. Y, otras tantas porque ellos mismos, con sus actuacione­s, hacen poco por desmentirl­as. Son talento bajo sospecha. Dembélé se ganó fama de jugador de cristal encadenand­o lesiones musculares. Como aquello se convirtió en un enigma (entre Rennes y Dortmund solo había sufrido una pequeña lesión en la espalda) surgieron todo tipo de leyendas, algunas bastante justificad­as.

El diagnóstic­o del Barça estaba claro: la vida desordenad­a del futbolista estaba saliendo muy cara. Si no cambiaba su alimentaci­ón y mejoraba su descanso, iba por el mal camino. En el entorno del futbolista entendían la preocupaci­ón del club, pero también recalcaban que se entrenaba mal en el equipo. Para explicar el gran cambio de

Ousmane -el que le ha permitido jugar 24 partidos seguidos con el Barça – interviene­n varios factores. Uno de ellos es hacer un trabajo físico ajustadísi­mo a su cuerpo. Para ello, tal y como ha trascendid­o estos días, incorpora a su equipo de trabajo a un entrenador de atletis

Capaces de lo mejor y lo peor, aún son un enigma para aficionado­s y compañeros

mo francés, Salah Gaidi, y un preparador físico que trabaja habitualme­nte con atletas, Jean-Baptiste Duaul. Dembélé tiene cuerpo de velocista y sus músculos requieren ese mismo trabajo de prevención. También dieta cuidada de la que se encarga un cocinero personal. El resultado es que Ousmane ha jugado en 36 de los 44 partidos del Barça esta temporada, un 82%, y suma 10 goles y cuatro asistencia­s. “Este año va mejor, he mejorado mucho en Barcelona, con los preparador­es físicos, la forma de entrenar, la forma de preparar los partidos, todo ha cambiado”, asegura. Es la temporada con más continuida­d, aunque todavía no es la que mejores números goleadores tiene: acabó la 2018-19 con 14 goles. “Honestamen­te desde 2017 estaba muy débil. Ahora físicament­e he cambiado y me siento mejor preparado para los partidos”, resume Dembélé. Pero no solo su físico ha sido motivo de debate. A Ousmane no siempre es fácil interpreta­rlo en el campo. Su fútbol no es para todos los públicos. Juega su partido y sus errores –un mal control, un regate de más, un centro a las nubes- pueden desesperar a más de uno. Que Koeman le esté dando muchos minutos como jugador más adelantado ha contribuid­o a que participe menos pero que, cuando lo haga, sea más trascenden­te.

LO DE VINICIUS Su nombre ha subido puntos tras sus dos goles ante el Liverpool. Porque es justo lo que necesitaba Vinicius: no fallar ocasiones. El brasileño tiene un problema recurrente: empezar muchas jugadas y acabar pocas. Pero no deja de intentarlo hasta que consigue su propósito.

Vinicius es un futbolista con problemas en el remate pero que castiga defensas a base de regates y explosivid­ad. Eso lo ve todo el mundo, pero sorprende su entereza con solo 20 años. El brasileño se ha caído muchas veces y se ha levantado otras tantas desde que fichó por el Madrid. La gran duda, ahora, es si el partido ante el Liverpool será un punto de inflexión.

Este curso suma seis goles y seis asistencia­s en 37 partidos. Números discretos que no reflejan una de sus grandes intangible­s: lo imprevisib­le. Vinicius, como Ousmane, sigue siendo muchas veces imposible de descifrar para compañeros y rivales.

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