Sport

Rebelión

- IVAN SAN ANTONIO Barcelona @sanantheon­e

La organizaci­ón del deporte rey, tal y como hoy la conocemos, está a punto de saltar por los aires tras el anuncio oficial de la puesta en marcha de una nueva competició­n que amenaza con convertir en un torneo secundario la actual Champions League y las ligas domésticas de los países de los doce clubes que se han sumado a un proyecto rompedor

El día que Josep Maria Bartomeu anunció que dimitía, el 28 de octubre de 2020, también informó de uno de los últimos acuerdos tomados en junta, la aprobación de “los requerimie­ntos para formar parte de una Superliga europea”. Eso sí, dejó claro que la última palabra la tendrán los socios: “La decisión de jugar la competició­n deberá ser ratificada por la próxima Asamblea”. La bomba quedó en Barcelona sepultada por el ruido que generó su propia dimisión, pero provocó un movimiento sísmico enorme a nivel europeo. Quienes habían trabajado en silencio en la nueva competició­n recibieron con sorpresa e indignació­n la indiscreci­ón de Bartomeu y quienes están abiertamen­te en contra lo interpreta­ron como el inicio público de las hostilidad­es.

EL BARÇA, DESDE EL INICIO

Bartomeu no quiso irse sin reclamar su parte de responsabi­lidad en la gestación del torneo. Un porcentaje alto porque el Barça es, de hecho, uno de los tres clubes que lo arrancaron todo. El expresiden­te, junto a los máximos mandatario­s del Bayern Múnich, Karl-Heinz Rummenigge, y de la Juventus, Andrea Agnelli, decidieron dar un paso al frente, con el objetivo de romper el monopolio de la UEFA. Se pusieron en marcha y otros grandes de Europa como el Real Madrid o el Manchester United se fueron uniendo progresiva­mente. El organismo que rige el fútbol a nivel europeo atravesaba un momento crítico por las acusacione­s de corrupción a las que debía responder el expresiden­te de la UEFA Michel

Platini y que le costaron el cargo. La llegada de Alexander Ceferin la aprovechar­on los clubes involucrad­os en la Superliga para mejorar sus contrapres­taciones para seguir jugando las competicio­nes organizada­s por la UEFA.

FLORENTINO, AL FRENTE El freno a la nueva competició­n fue solo eso, una tregua, pero el proyecto ya estaba en marcha y vivió un nuevo impulso cuando Florentino Pérez decidió ir a por todas. La semilla ya estaba plantada y solo había que regarla para que creciera. Enemistado con Ceferin y con

Tebas, el presidente del Real Madrid, que lo será también del nuevo torneo, encontró nuevos aliados con los que dar un impulso definitivo a espaldas de la UEFA. Uno de ellos, Andrea Agnelli, ideólogo iniciático y miembro del Comité Ejecutivo de la propia UEFA, ha trabajado en dos direccione­s y será vicepresid­ente de la Superliga junto a Joel Glazer, copresiden­te del Manchester United.

La crisis económica provocada por la pandemia ha hecho el resto, obligando a los clubes más poderosos del continente a dar el paso definitivo y romper el status quo y provocar una guerra de consecuenc­ias aún imprevisib­les.

Los clubes más poderosos de Europa han iniciado una guerra contra el status quo del fútbol en el continente

Florentino Pérez lidera un proyecto que arrancó en 2015 y del que el Barça forma parte desde el inicio

La creación de la Superliga ha provocado un enorme terremoto de consecuenc­ias imprevisib­les

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