Sport

El `all-in' de la Superliga en el casino de la pandemia

- MARC MENCHÉN

La gran paradoja de toda esta crisis sanitaria ha sido que los grandes clubes europeos son los que más han sufrido la caída de ingresos. La diversific­ación, considerad­a en la mayoría de los sectores la clave para un negocio saludable, fue lo que mató a los colosos. Pérdidas de más de 700 millones de euros solo en 2019-2020 entre los doce díscolos que promueven la Superliga y este fin de semana lanzaron su particular `all-in' en la partida de póquer que hace años juegan con la UEFA para ver quién consigue más poder en la gestión de la Champions League. Ahora ya no hay vuelta atrás. El órdago lanzado por estos equipos ha dinamitado cualquier vínculo de confianza posible. “Serpientes”, “sucios” o “vergonzoso­s” son algunos de los calificati­vos con los que el presidente de la UEFA se refirió ayer a ellos. Sus razones tienen, y no todas altruistas. Por un lado, es cierto que la Superliga lo único que quiere es recortar la solidarida­d con el resto del fútbol europeo para repartirse más dinero entre quienes consideran que más generan. Mal. Por el otro, no es menos cierto que este formato también amenaza el monopolio en la supervisió­n y gestión que las federacion­es siempre han tenido sobre todos los deportes, y ese es un poder al que es difícil renunciar. A los clubes les han prometido 230 millones de entrada que limpiarían los números rojos provocados por la covid-19, pero más difícil de creer son los 240 millones de euros extra que obtendrían cada año por jugar. Es tanto como lo que hoy reciben entre Champions League y sus respectiva­s ligas. ¿Creíble? El papel, por ahora, lo aguanta todo. Y, como decía ayer el Bayern Múnich, más que buscar la división por el negocio individual, alguno haría bien en “garantizar que la estructura de costes, especialme­nte los salarios de los jugadores, se ajusten a los ingresos”.

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