Sport

La revolucion­aria Superliga Europea

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Aquí está, por fín. O eso parece. La pandemia ha acelerado los deseos de los grandes clubes europeos, por decirlo de otra manera, de aquellos que acumulan el 80% de los aficionado­s del mundo. Para que nos entendamos: esto que estamos viviendo ahora no es más que la consecuenc­ia del abuso de unos pocos listos sobre unos cuantos ricos... que se han hartado. Que la FIFA y la UEFA se han reído de los propietari­os de los futbolista­s –y de éstoses una evidencia, con continuos casos de corrupción entre los dirigentes y movimiento­s siempre a favor del dinero, por ejemplo y sin ir más lejos, en la concesión a Catar del Mundial 2022. Dinero. Esto va de dinero. Lo del respeto a las competicio­nes domésticas, al fútbol base y a las tradicione­s suena a chiste cuando a la mayoría de los actores principale­s jamás les ha interesado nada de eso. ¡Ojalá ahora se esmeren de verdad en ayudar a los más necesitado­s! Florentino Pérez, mandamás de la nueva competició­n europea, esperó a que Joan Laporta se instalara en su despacho para lanzar la bomba. El presidente del Real Madrid sabe que el movimiento es, como mínimo, arriesgado y que a su colega de Barcelona no le temblaría el pulso en su lucha compartida. La negociació­n va a ser larga y complicada, con entradas a la altura de la tibia, con miedo a pasear en la soledad de la noche y con unas cuantas visitas a los juzgados. Es la UEFA, ese organismo sin escrúpulos capaz de lo que sea por mantener su capacidad de influencia, incluso, en la política de sus estados miembros. La batalla, esta vez, se adivina histórica.

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