Una reacción... ¿de campeón?
El Barça jugó con fuego en Valencia, pero despertó a tiempo para no quemarse y decir adiós a la Liga de forma definitiva. El equipo sigue vivo
Esta vez sí está permitido echar mano del tópico y decir aquello de “bien está lo que bien acaba”.
Es una forma metafórica de sacarnos de encima los nervios que a uno le entra viendo jugar a este Barça. De poder golear a su oponente, a ir por debajo en el marcador y de dar la vuelta al partido a experimentar cómo se te mete el miedo hasta el tuétano por si acaba empatando el Valencia.
GANAR O MORIR Después del imperdonable e injustificable tropieza ante el Granada en el Camp Noi (1-2) y de las pírricas y sufridas victorias del Atlético ante el Elche y del Madrid frente a Osasuna, el Barça solo tenía un camino en Mestalla: ganar. Era eso, o decir adiós a la Liga de forma triste y definitiva. Vivir o morir.
Y el Barça decidió vivir y seguir aspirando a un título que se aprieta por arriba como hace décadas que no vivíamos. Hasta cuatro equipos pueden ser campeones: Atlético, Real Madrid, Barça y Sevilla. Y miren por donde, los cuatro se miden entre ellos el próximo sábado ¡Que se abstengan los que tengan problemas de corazón!
Lo mejor de anoche en Mestalla fue, sin duda, la gran capacidad de reacción que tuvo el Barça. Se rebeló contra la cruda realidad de verse por debajo en el marcador cuando ya en la primera mitad hubiera merecido ponerse por delante. Pero ya saben, sin goles no hay paraíso. Para ponerlo más difícil, esa reacción nació después de la tercera pena máxima fallada por un Leo Messi que acabaría empatando en la misma jugada. ¡Más dramatismo y emoción imposible!
Sabían los azulgranas que el empate no servía de nada, que era lo mismo que perder y en cuestión de diez minutos le dieron la vuelta al partido como un calcetín. Del infierno al cielo.
En el fútbol, como en la vida, el amor propio es esencial, sirve para negarse a aceptar una situación negativa y revertirla sabiendo que tienes talento y armas para hacerlo. El Barça lo atesora. Y ayer lo demostró.
Los barcelonistas dirán que porqué no hicieron lo mismo ante el Granada, pero los aficionados al fútbol ya saben que ningún partido es igual que otro y que hoy en día no hay enemigo pequeño. Cualquiera te complica la vida. Por eso, porque nada está escrito, este Barça tiene derecho a soñar con conseguir el doblete. Es verdad que no depende de sí mismo. Ha perdido ese factor, pero todo puede pasar. Lo único que pueden controlar los pupilos de Koeman es su
Está permitido caerse, pero es obligatorio levantarse y el Barça lo hizo después del 1-0
Dulce fin de semana para el club, que ha sumado alegrías en todos los frentes. Ya tocaba
propio destino y ese pasa, inexorablemente, por no tropezar más. Ganar sus cinco partidos (Atlético, Levante, Celta y Eibar)... y esperar. Rezar, poner una vela... Permítanme que aquí resalte el control del riesgo que ha sabido llevar a cabo el equipo antes de llegar al duelo decisivo ante el Atlético. De Jong vio la cuarta cartulina amarilla en el Betis-Barça del 7 de febrero y Leo Messi en el Sevilla-Barça del 27 de ese mes. Han sido capaces de jugar a su máximo nivel con esa Espada de Damocles sobre sus cabezas. El holandés en trece partidos y el argentino en nueve. ¡Chapeau! Después del balsámico y reconfortante triunfo del Barça en Valencia, todas las miradas están ya puestas en el sábado.
Por lo demás, ha sido un magnífico fin de semana para la entidad. El Barça femenino y el fútbol sala, a la final de la Champions y el Barça B, al play off para subir a Segunda A. Disfrútenlo.